sungazing y brahmacharia

El amor, el sexo y la vida religiosa

Interlocutor: Hace muchos años, cuando me interesé por primera vez en la así llamada vida religiosa, tomé la seria determinación de eliminar por completo el sexo. Me ajusté con exactitud sólo a lo que consideraba que eran las necesidades básicas de esta vida y viví con toda la rigurosa austeridad de un célibe monástico. Ahora me doy cuenta de que esa clase de sometimiento puritano, en el cual están involucradas la represión y la violencia, es estúpido, no obstante, no quiero volver a mi antigua vida. ¿Qué debo hacer ahora con relación al sexo?

Krishnamurti: ¿Por qué no sabe qué hacer cuando surge el deseo? Le diré el porqué. El motivo es que esa decisión suya tan rígida aún sigue vigente. Todas las religiones nos han inoculado que debemos rechazar el sexo, reprimirlo, porque según ellas es un desperdicio de energía y uno necesita la energía para encontrar a Dios. Pero esta clase de austeridad, de dura represión y de ajustarse a una norma, genera una violencia inhumana en nuestros más sutiles instintos; este tipo de cruel austeridad es un desperdicio de energía mayor que complacer el sexo.

¿Por qué ha convertido el sexo en un problema? en realidad no importa en absoluto si se acuesta o no con alguien, puede hacerlo o no, pero no lo convierta en un problema, el problema surge de la constante preocupación. Lo que realmente interesa no es si nos acostamos o no con alguien, sino por qué tenemos todas estas divisiones en nuestras vidas. En un rincón bullicioso está el sexo con sus preocupaciones; en otro rincón temenos una clase distinta de agitación; en otro diferente está el esforzarse por alcanzar esto o aquello; y en cada uno de los rincones existe el constante parloteo de la mente. ¡De tantas maneras desperdiciamos la energía!

Si en un rincón de mi vida está en desorden, en consecuencia toda mi vida es desordenada; si en mi vida hay desorden con relación al sexo, entonces el resto de mi vida está en desorden. De modo que no debo preguntar cómo puedo poner orden en un ricón , sino por qué he dividido la vida en tantos fragmentos diferentes, los cuales tienen el desorden dentro de si mismos y se contradicen unos a otros. ¿Qué puedo hacer cuando veo tantos fragmentos? ¿Cómo puedo afrontarlos? Si tengo estos fragmentos es porque internamente no soy íntegro. Así que debo investigarlo sin crear otro fragmento más, profundizar cada fragmento hasta el mismo final, y en esa percepción, en ese mirar no hay fragmentación alguna. Cada fragmento es un placer separado y debería preguntarme si voy a permanecer toda mi vida en algún pequeño y sórdido rincón del placer. Por tanto, debe examinar la esclavitud de representa cada placer, cada fragmento, y decirse a sí mismo: "Dios mio, soy un esclavo que depende de todos estos pequeños rincones. ¿Eso es todo lo que quiero que sea mi vida?". Permanezca ahí y vea lo que sucede.