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Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
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silale43
Mariela
Toni
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Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Abro este post para que no se pierdan tantos textos interesantes que poneis en el foro, que veo que se van dispersando en varios hilos y a veces unx se puede perder a la hora de buscarlos después de un tiempo, si os parece, estaría bien recopilar aquellas pequeñas lecciones, metáforas, moralejas,etc. que a veces vienen vestidas en forma de cuentos, leyendas, o simplemente aquellos textos que querais compartir, para que estén todos mejor ubicados en el mismo hilo.
Empezaré con este texto que seguramente más de uno ya conoce:
Zhuangzi y la mariposa
Un día Zhuangzi se quedó dormido en el jardín. Tuvo un sueño. Soñó que era una bella mariposa. Voló hacia el este y hacia el oeste hasta que se cansó tanto que se quedó dormida. La mariposa también tuvo un sueño. Soñó que era Zhuangzi. Justo en ese momento Zhuangzi se despertó. No sabía si realmente era Zhuangzi o el Zhuangzi del sueño de la mariposa. Tampoco sabía si había soñado que era una mariposa o si una mariposa había soñado que era él.
Añado otras dos:
La Luna y la luciérnaga
Había una vez una comunidad de luciérnagas que habitaba el interior de un gigantesco lampati, uno de los árboles más majestuosos y antiguos de Tailandia. Cada noche, cuando todo se volvía oscuro y apenas se escuchaba el leve murmurar de un cercano río, todas las luciérnagas salían del árbol para mostrar al mundo sus maravillosos destellos. Jugaban a hacer figuras con sus luces, bailando al son de una música inventada para crear un sinfín de centelleos luminosos más resplandeciente que cualquier espectáculo de fuegos artificiales.
Pero entre todas las luciérnagas del lampati había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.
- No, hoy tampoco quiero salir a volar -decía todos los días la pequeña luciérnaga-. Id vosotros que yo estoy muy bien aquí en casita.
Tanto sus padres como sus abuelos, hermanos y amigos esperaban con ilusión la llegada del anochecer para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se divertían tanto que no comprendían por qué la pequeña luciérnaga no les quería acompañar. Le insistían una y otra vez, pero no había manera de convencerla. La pequeña luciérnaga siempre se negaba.
-¡Que no quiero salir afuera! -repetía una y otra vez-. ¡Mira que sois pesados!
Toda la colonia de luciérnagas estaba muy preocupada por su pequeña compañera.
-Tenemos que hacer algo -se quejaba su madre-. No puede ser que siempre se quede sola en casa sin salir con nosotros.
-No te preocupes, mujer -la consolaba el padre-. Ya verás como cualquier día de estos sale a volar con nosotros.
Pero los días pasaban y pasaban y la pequeña luciérnaga seguía encerrada en su cuarto.
Una noche, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela de la pequeña se le acercó y le preguntó con mucha delicadeza:
-¿Qué es lo que ocurre, mi pequeña? ¿Por qué no quieres venir nunca con nosotros a brillar en la oscuridad?
-Es que no me gusta volar-, respondió la pequeña luciérnaga.
-Pero, ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu maravillosa luz? -insistió la abuela luciérnaga.
-Pues... -explicó al fin la pequeña luciérnaga-. Es que para qué voy a salir si nunca podré brillar tanto como la luna. La luna es grande, y muy brillante, y yo a su lado no soy nada. Soy tan diminuta que en comparación parezco una simple chispita. Por eso siempre me quedo en casa, porque nunca podré brillar tanto como la luna.
La abuela había escuchado con atención las razones de su nieta, y le contestó:
-¡Ay, mi niña! hay una cosa de la luna que debería saber y, visto o visto, desconoces. Si al menos salieras de vez en cuando, lo habrías descubierto, pero como siempre te quedas en el árbol, pues no lo sabes.
-¿Qué es lo que he de saber y no sé? -preguntó con impaciencia la pequeña luciérnaga.
-Tienes que saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches -le contestó la abuela-. La luna es tan variable que cada día es diferente. Hay días en los que es grande y majestuosa como una pelota, y brilla sin cesar en el cielo. Pero hay otros días en los que se esconde, su brillo desaparece y el mundo se queda completamente a oscuras.
-¿De veras hay noches en las que la luna no sale? -preguntó sorprendida la pequeña luciérnaga.
-Así es -le confirmó la abuela. La luna es muy cambiante. A veces crece y a veces se hace pequeñita. Hay noches en las que es grande y roja y otras en las que desaparece detrás de las nubes. En cambio tú, mi niña, siempre brillarás con la misma fuerza y siempre lo harás con tu propia luz.
La pequeña luciérnaga estaba asombrada ante tal descubrimiento. Nunca se había imaginado que la luna pudiese cambiar y que brillase o se escondiese según los días.
Y a partir de aquel día, la pequeña luciérnaga decidió salir a volar
La luciérnaga y la serpiente
Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir. Huyo un día, y ella no desistía, dos días y nada...En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- No he tenido este precedente con nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar...
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No
- ¿Yo te hice algún mal?
- No
- Entonces, ¿Porqué quieres acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar...
Empezaré con este texto que seguramente más de uno ya conoce:
Zhuangzi y la mariposa
Un día Zhuangzi se quedó dormido en el jardín. Tuvo un sueño. Soñó que era una bella mariposa. Voló hacia el este y hacia el oeste hasta que se cansó tanto que se quedó dormida. La mariposa también tuvo un sueño. Soñó que era Zhuangzi. Justo en ese momento Zhuangzi se despertó. No sabía si realmente era Zhuangzi o el Zhuangzi del sueño de la mariposa. Tampoco sabía si había soñado que era una mariposa o si una mariposa había soñado que era él.
Añado otras dos:
La Luna y la luciérnaga
Había una vez una comunidad de luciérnagas que habitaba el interior de un gigantesco lampati, uno de los árboles más majestuosos y antiguos de Tailandia. Cada noche, cuando todo se volvía oscuro y apenas se escuchaba el leve murmurar de un cercano río, todas las luciérnagas salían del árbol para mostrar al mundo sus maravillosos destellos. Jugaban a hacer figuras con sus luces, bailando al son de una música inventada para crear un sinfín de centelleos luminosos más resplandeciente que cualquier espectáculo de fuegos artificiales.
Pero entre todas las luciérnagas del lampati había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.
- No, hoy tampoco quiero salir a volar -decía todos los días la pequeña luciérnaga-. Id vosotros que yo estoy muy bien aquí en casita.
Tanto sus padres como sus abuelos, hermanos y amigos esperaban con ilusión la llegada del anochecer para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se divertían tanto que no comprendían por qué la pequeña luciérnaga no les quería acompañar. Le insistían una y otra vez, pero no había manera de convencerla. La pequeña luciérnaga siempre se negaba.
-¡Que no quiero salir afuera! -repetía una y otra vez-. ¡Mira que sois pesados!
Toda la colonia de luciérnagas estaba muy preocupada por su pequeña compañera.
-Tenemos que hacer algo -se quejaba su madre-. No puede ser que siempre se quede sola en casa sin salir con nosotros.
-No te preocupes, mujer -la consolaba el padre-. Ya verás como cualquier día de estos sale a volar con nosotros.
Pero los días pasaban y pasaban y la pequeña luciérnaga seguía encerrada en su cuarto.
Una noche, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela de la pequeña se le acercó y le preguntó con mucha delicadeza:
-¿Qué es lo que ocurre, mi pequeña? ¿Por qué no quieres venir nunca con nosotros a brillar en la oscuridad?
-Es que no me gusta volar-, respondió la pequeña luciérnaga.
-Pero, ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu maravillosa luz? -insistió la abuela luciérnaga.
-Pues... -explicó al fin la pequeña luciérnaga-. Es que para qué voy a salir si nunca podré brillar tanto como la luna. La luna es grande, y muy brillante, y yo a su lado no soy nada. Soy tan diminuta que en comparación parezco una simple chispita. Por eso siempre me quedo en casa, porque nunca podré brillar tanto como la luna.
La abuela había escuchado con atención las razones de su nieta, y le contestó:
-¡Ay, mi niña! hay una cosa de la luna que debería saber y, visto o visto, desconoces. Si al menos salieras de vez en cuando, lo habrías descubierto, pero como siempre te quedas en el árbol, pues no lo sabes.
-¿Qué es lo que he de saber y no sé? -preguntó con impaciencia la pequeña luciérnaga.
-Tienes que saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches -le contestó la abuela-. La luna es tan variable que cada día es diferente. Hay días en los que es grande y majestuosa como una pelota, y brilla sin cesar en el cielo. Pero hay otros días en los que se esconde, su brillo desaparece y el mundo se queda completamente a oscuras.
-¿De veras hay noches en las que la luna no sale? -preguntó sorprendida la pequeña luciérnaga.
-Así es -le confirmó la abuela. La luna es muy cambiante. A veces crece y a veces se hace pequeñita. Hay noches en las que es grande y roja y otras en las que desaparece detrás de las nubes. En cambio tú, mi niña, siempre brillarás con la misma fuerza y siempre lo harás con tu propia luz.
La pequeña luciérnaga estaba asombrada ante tal descubrimiento. Nunca se había imaginado que la luna pudiese cambiar y que brillase o se escondiese según los días.
Y a partir de aquel día, la pequeña luciérnaga decidió salir a volar
La luciérnaga y la serpiente
Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir. Huyo un día, y ella no desistía, dos días y nada...En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- No he tenido este precedente con nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar...
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No
- ¿Yo te hice algún mal?
- No
- Entonces, ¿Porqué quieres acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar...
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
No conocía el cuento de Zhuangzi: me ha gustado especialmente.
Voy a poner un clásico pero de plena actualidad en nuestros días. Como no sé si es una fábula de Esopo o Samaniego, pongo las dos versiones:
Evidentemente: la zorra, es el Ego.
Voy a poner un clásico pero de plena actualidad en nuestros días. Como no sé si es una fábula de Esopo o Samaniego, pongo las dos versiones:
La zorra y las uvas
de Esopo
Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
- ¡Ni me agradan, están tan verdes...!
Moraleja: Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
La zorra y las uvas
de Félix María Samaniego
Es voz común que a más del mediodía,
en ayunas la zorra iba cazando;
halla una parra; quédase mirando
de la alta vid el fruto que pendía.
Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaturas;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la zorra dijo:
--No las quiero comer. No están maduras.
Evidentemente: la zorra, es el Ego.
Última edición por apolonio el Vie 11 Jun 2010 - 12:34, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
apolonio escribió:No conocía el cuento de Zhuangzi: me ha gustado especialmente.
Es uno de los que más me han llamado siempre la atención, con una forma muy sintética es capaz de contar tanto... La unicidad y la realidad ilusoria, la no diferenciación entre sueño y realidad. Tú eres yo, yo soy tú, más ¿quién es real para quién?. Siempre me hace reflexionar este cuento.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Sí, da mucho juego. Es como cuando algunas veces surge un recuerdo en la mente y no sabes cierto si lo has vivido o lo has soñado. O como cuando te preguntas si tuviste realmente un sueño o lo inventaste en el momento en que creías recordarlo. O cuando crees que te has despertado del sueño pero sigues soñando que te despiertas. Y cuando estás despierto pero tienes la conciencia de estar soñando.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
apolonio escribió:Sí, da mucho juego. Es como cuando algunas veces surge un recuerdo en la mente y no sabes cierto si lo has vivido o lo has soñado. O como cuando te preguntas si tuviste realmente un sueño o lo inventaste en el momento en que creías recordarlo. O cuando crees que te has despertado del sueño pero sigues soñando que te despiertas. Y cuando estás despierto pero tienes la conciencia de estar soñando.
jajajaja, si, cierto. Ahora me pregunto si esto es real o estoy soñando.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Yule escribió:jajajaja, si, cierto. Ahora me pregunto si esto es real o estoy soñando.
Cabría preguntarse también cuál es la diferencia entre la realidad que conocemos y los sueños: entre estar despierto o seguir soñando.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
apolonio escribió:Yule escribió:jajajaja, si, cierto. Ahora me pregunto si esto es real o estoy soñando.
Cabría preguntarse también cuál es la diferencia entre la realidad que conocemos y los sueños: entre estar despierto o seguir soñando.
Creo que el papel de la mente, en los sueños podemos ejecutar acciones y pensamientos en ambientes que pueden ser imposibles o incoherentes y no nos parece extraño lo que sucede (salvo si es un sueño lúcido). Seguramente habrás tenido sueños en los que la coherencia es tal que no lo parecen. Aunque yo no veo la diferencia entre uno y otro...
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Yule escribió:
Creo que el papel de la mente, en los sueños podemos ejecutar acciones y pensamientos en ambientes que pueden ser imposibles o incoherentes y no nos parece extraño lo que sucede
Preguntas para irse a dormir: ¿Por qué una cosa ilógica nos resulta perfectamente normal y coherente en el estado de consciencia del sueño? ¿Hay inteligencia en el sueño? ¿Y de haberla cómo demostrar que es menos inteligente que la diurna? ¿Cuántas cosas incoherentes estaremos haciendo ahora sin darnos cuenta hasta el próximo despertar?
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
apolonio escribió:Yule escribió:
Creo que el papel de la mente, en los sueños podemos ejecutar acciones y pensamientos en ambientes que pueden ser imposibles o incoherentes y no nos parece extraño lo que sucede
Preguntas para irse a dormir: ¿Por qué una cosa ilógica nos resulta perfectamente normal y coherente en el estado de consciencia del sueño? ¿Hay inteligencia en el sueño? ¿Y de haberla cómo demostrar que es menos inteligente que la diurna? ¿Cuántas cosas incoherentes estaremos haciendo ahora sin darnos cuenta hasta el próximo despertar?
Jajajajajaja, son buenas preguntas para experimentar dentro de un rato, si es que consigo dormir, me las voy a anotar...
¿En el sueño hay ego?, ¿hay voluntad?, ¿o precisamente no nos cuestionamos su incoherencia porque todo va rodado y simplemente actuamos sin más?
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Yule escribió:
¿En el sueño hay ego?, ¿hay voluntad?, ¿o precisamente no nos cuestionamos su incoherencia porque todo va rodado y simplemente actuamos sin más?
En algunos sueños claramente sí hay ego: son los sueños que reflejan una vida diurna alternativa. En otros se da un fluir que podría ir separado del ego. Pero lo que hay en todos son Símbolos.
Invitado- Invitado
Cuentos zen
Iré copiando de vez en cuando unos cuentos 'zen'. Aquí va el primero:
Había dos monjes que estudiaban en un seminario y a los dos les encantaba fumar. Su problema era: “¿Puedo fumar cuando estoy orando?”. No podían llegar a un acuerdo, de modo que cada uno de ellos acudió a consultar a su superior. Tiempo después se volvieron a reunir, y un monje le preguntó al otro si su abad le había dicho que podía fumar.
- No, me regañó mucho por el mero hecho de mencionarlo. ¿Qué te dijo tu abad?
- Mi abad estuvo encantado conmigo. Me dijo que no había problema. Pero, ¿qué le preguntaste a tu abad?
- Le pregunté si podía fumar mientras rezaba.
-Bueno, ya lo tienes. Yo le pregunté: “¿Puedo rezar mientras fumo?”.
Había dos monjes que estudiaban en un seminario y a los dos les encantaba fumar. Su problema era: “¿Puedo fumar cuando estoy orando?”. No podían llegar a un acuerdo, de modo que cada uno de ellos acudió a consultar a su superior. Tiempo después se volvieron a reunir, y un monje le preguntó al otro si su abad le había dicho que podía fumar.
- No, me regañó mucho por el mero hecho de mencionarlo. ¿Qué te dijo tu abad?
- Mi abad estuvo encantado conmigo. Me dijo que no había problema. Pero, ¿qué le preguntaste a tu abad?
- Le pregunté si podía fumar mientras rezaba.
-Bueno, ya lo tienes. Yo le pregunté: “¿Puedo rezar mientras fumo?”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Otro breve cuentecito zen:
El rey soñó que se habían caído todas las hojas de su árbol favorito, y que éste se había quedado desnudo. Mandó llamar a su interpretador de sueños, que le dijo: “Majestad, éste es un sueño terrible. Significa que vais a perder a todos vuestros parientes”. El intérprete de sueños fue encerrado en una mazmorra. Otra noche volvió a tener el mismo sueño y mandó llamar a otro intérprete de sueños. Éste le dijo: “Majestad, es un sueño estupendo. ¡Vais a sobrevivir a todos vuestros parientes!”.
El rey soñó que se habían caído todas las hojas de su árbol favorito, y que éste se había quedado desnudo. Mandó llamar a su interpretador de sueños, que le dijo: “Majestad, éste es un sueño terrible. Significa que vais a perder a todos vuestros parientes”. El intérprete de sueños fue encerrado en una mazmorra. Otra noche volvió a tener el mismo sueño y mandó llamar a otro intérprete de sueños. Éste le dijo: “Majestad, es un sueño estupendo. ¡Vais a sobrevivir a todos vuestros parientes!”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Copio ahora el que quizás sea mi cuento 'zen' preferido:
Un hombre viajando a través de un campo se encontró con un tigre. Huyó corriendo, mientras el tigre corría tras de él pisándole los talones. Llegando a un precipicio, se agarró de la raíz de una enredadera salvaje y se deslizó por el borde. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miró hacia el fondo del precipicio, donde otro tigre esperaba ávido su caída para comérselo. Sólo la enredadera lo sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, empezaron a roer la enredadera. El hombre vio una deliciosa fresa cerca de él. Agarrándose de la enredadera con una mano, alcanzó la fresa con la otra. ¡Qué dulce sabía!...
Un hombre viajando a través de un campo se encontró con un tigre. Huyó corriendo, mientras el tigre corría tras de él pisándole los talones. Llegando a un precipicio, se agarró de la raíz de una enredadera salvaje y se deslizó por el borde. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miró hacia el fondo del precipicio, donde otro tigre esperaba ávido su caída para comérselo. Sólo la enredadera lo sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, empezaron a roer la enredadera. El hombre vio una deliciosa fresa cerca de él. Agarrándose de la enredadera con una mano, alcanzó la fresa con la otra. ¡Qué dulce sabía!...
Las vestiduras de la Verdad
Cuentan que el último día de la Edad de Oro, la Verdad se quedó dormida.
Aquel momento fue aprovechado por la Mentira, que acercandose hasta la Verdad, le robó las vestiduras. Y la mentira se presentó al mundo.
Al despertar, la Verdad -totalmente desnuda- acudió presurosa ante los hombres. Pero éstos la rechazaron. Desolada, la Verdad se retiró al desierto. Allí se encontró las ropas que le había robado la Mentira. Se las puso y nuevamente se presentó ante los humanos. Desde entonces fue identificada ya con la Mentira y aceptada.
A partir de aquel día, la Verdad adoptó la forma de PARÁBOLA.
Aquel momento fue aprovechado por la Mentira, que acercandose hasta la Verdad, le robó las vestiduras. Y la mentira se presentó al mundo.
Al despertar, la Verdad -totalmente desnuda- acudió presurosa ante los hombres. Pero éstos la rechazaron. Desolada, la Verdad se retiró al desierto. Allí se encontró las ropas que le había robado la Mentira. Se las puso y nuevamente se presentó ante los humanos. Desde entonces fue identificada ya con la Mentira y aceptada.
A partir de aquel día, la Verdad adoptó la forma de PARÁBOLA.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Otro cuentecito de la tradición zen:
Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. "Qué mala suerte", le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.
Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.
El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.
Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?”.
Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. "Qué mala suerte", le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.
Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.
El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.
Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
LA CARGA DEL PASADO
La historia de Tanzan y Ekido, dos monjes Zen que caminaban por un sendero rural anegado a causa de la lluvia ilustra maravillosamente la incapacidad o la falta de voluntad de la mente humana para dejar atrás el pasado. Cuando se acercaban a una aldea, tropezaron con una joven que trataba de cruzar el camino pero no quería enlodar su kimono de seda. Sin pensarlo dos veces, Tanzan la alzó y la pasó hasta el otro lado.
Los monjes continuaron caminando en silencio. Cinco horas después, estando ya muy cerca del templo donde se alojarían,
Ekido no resistió más. "¿Por qué alzaste a esa muchacha para pasarla al otro lado del camino?" preguntó. "Los monjes no debemos hacer esas cosas".
"Hace horas que descargué a la muchacha", replicó Tazan. "¿Todavía llevas su peso encima?"
Imaginemos cómo sería la vida para alguien que viviera como Ekido todo el tiempo, incapaz de dejar atrás las situaciones del pasado, acumulando más y más cosas. Pues así es la vida para la mayoría de las personas de nuestro planeta. ¡Qué pesada es la carga del pasado que llevan en su mente!
Eckhart Tolle - Una Nueva Tierra
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
El de Tanzan y Ekido también es muy hermoso, de hecho es otro de los cuentos zen que tengo en mi pequeña colección que estoy posteando. Me gusta esta manera de expresión: los cuentecitos.
Copio otro:
El maestro zen Hakuin era conocido entre sus vecinos como aquel que llevaba una vida pura.
Una jovencita japonesa muy atractiva, cuyos padres regentaban una tienda de comidas, vivía cerca de su casa. Una mañana, repentinamente, los padres descubrieron con espanto que la muchacha estaba embarazada.
Esto puso a los tenderos fuera de sí. La joven, al principio, se negaba a delatar al padre de la criatura, pero después de mucho hostigarla y amenazarla acabó dando el nombre de Hakuin.
Muy irritados, los padres fueron en busca del maestro. “¿Es así?”, fue todo lo que él dijo.
Al nacer el niño, lo llevaron a casa de Hakuin para que se hiciese cargo de él. Por entonces Hakuin había perdido ya toda su reputación, lo cual no le preocupaba mucho, pero en cualquier caso no faltaron atenciones en la crianza del niño. Los vecinos daban a Hakuin leche y cualquier otra cosa que el pequeño necesitase.
Pasó un año, y la joven madre, no pudiendo resistir más, confesó a sus padres la verdad: que el auténtico padre del niño era un hombre joven que trabajaba en la pescadería.
La madre y el padre fueron en seguida a casa de Hakuin para pedirle perdón. Después de haberse deshecho en disculpas, le rogaron que les devolviese el niño.
Hakuin no puso ninguna objeción. Al entregarles el pequeño, todo lo que dijo fue: “Es así?”.
Copio otro:
El maestro zen Hakuin era conocido entre sus vecinos como aquel que llevaba una vida pura.
Una jovencita japonesa muy atractiva, cuyos padres regentaban una tienda de comidas, vivía cerca de su casa. Una mañana, repentinamente, los padres descubrieron con espanto que la muchacha estaba embarazada.
Esto puso a los tenderos fuera de sí. La joven, al principio, se negaba a delatar al padre de la criatura, pero después de mucho hostigarla y amenazarla acabó dando el nombre de Hakuin.
Muy irritados, los padres fueron en busca del maestro. “¿Es así?”, fue todo lo que él dijo.
Al nacer el niño, lo llevaron a casa de Hakuin para que se hiciese cargo de él. Por entonces Hakuin había perdido ya toda su reputación, lo cual no le preocupaba mucho, pero en cualquier caso no faltaron atenciones en la crianza del niño. Los vecinos daban a Hakuin leche y cualquier otra cosa que el pequeño necesitase.
Pasó un año, y la joven madre, no pudiendo resistir más, confesó a sus padres la verdad: que el auténtico padre del niño era un hombre joven que trabajaba en la pescadería.
La madre y el padre fueron en seguida a casa de Hakuin para pedirle perdón. Después de haberse deshecho en disculpas, le rogaron que les devolviese el niño.
Hakuin no puso ninguna objeción. Al entregarles el pequeño, todo lo que dijo fue: “Es así?”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
El siguiente cuento 'zen' me pareció gracioso:
Con tal que proponga a sus moradores, y lo gane, un debate sobre cualquier aspecto del budismo, todo monje vagabundo tiene derecho a quedarse en un monasterio zen. Si, por el contrario, sale derrotado, deberá marcharse.
Dos hermanos, ambos monjes, vivían solos en un monasterio en el norte del Japón. El hermano mayor era muy docto, mientras que el pequeño era estúpido y le faltaba un ojo.
Un monje vagabundo llegó cierto día al monasterio en busca de alojamiento. Según la costumbre, desafió a los hermanos a entablar una discusión sobre la sublime enseñanza. El mayor, que se encontraba bastante cansado de tanto estudiar, pidió al más joven que ocupara su puesto. “Ve y arréglatelas para que el diálogo se haga en silencio”, le aconsejó, pues conocía su escasa habilidad con las palabras.
El joven monje y el recién llegado se dirigieron al oratorio y tomaron asiento.
Poco después, el forastero llegaba corriendo hasta el lugar donde se encontraba el hermano mayor. “Puedes sentirte satisfecho”, le dijo. “Tu joven hermano es un eminente budista. Me ha derrotado”.
“Cuéntame cómo se desarrolló el diálogo”, le rogó el hermano mayor.
“Al sentarnos”, explicó el viajero, “yo levanté un dedo, representando al Buda, el Iluminado. Él replicó levantando dos dedos, dando a entender que una cosa era el Buda y otra sus enseñanzas. Tras lo cual yo alcé tres dedos, simbolizando al Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa. Pero él entonces me lanzó un puño a la cara, indicándome que las tres cosas proceden de una comprensión única. Fue así como me ganó, y por lo tanto yo no tengo derecho a quedarme”. Dicho esto, reemprendió su camino y se fue.
De repente apareció el hermano menor, exclamando: “¿Dónde se ha metido ese tipo?”.
“Tengo entendido que ganaste el debate”, comentó el mayor.
“No gané nada. Vengo a darle una paliza a ese monje”.
“Cuéntame cuál fue el tema de la discusión”, dijo el hermano mayor.
“¡El tema!... Pues bien: Nada más sentarnos, ese tipo levantó un dedo, insultándome al insinuar que sólo tengo un ojo. No obstante, puesto que se trataba de un forastero, pensé que era mi obligación portarme cortésmente, así que le mostré dos dedos, felicitándolo por su buena suerte, que le había permitido conservar ambos ojos. Pero entonces, el muy miserable alzó impunemente tres dedos, sugiriendo que entre él y yo no sumábamos más que tres ojos. Esto me sacó de mis casillas y empecé de darle de puñetazos, pero él logró escapar y así acabó todo”.
Con tal que proponga a sus moradores, y lo gane, un debate sobre cualquier aspecto del budismo, todo monje vagabundo tiene derecho a quedarse en un monasterio zen. Si, por el contrario, sale derrotado, deberá marcharse.
Dos hermanos, ambos monjes, vivían solos en un monasterio en el norte del Japón. El hermano mayor era muy docto, mientras que el pequeño era estúpido y le faltaba un ojo.
Un monje vagabundo llegó cierto día al monasterio en busca de alojamiento. Según la costumbre, desafió a los hermanos a entablar una discusión sobre la sublime enseñanza. El mayor, que se encontraba bastante cansado de tanto estudiar, pidió al más joven que ocupara su puesto. “Ve y arréglatelas para que el diálogo se haga en silencio”, le aconsejó, pues conocía su escasa habilidad con las palabras.
El joven monje y el recién llegado se dirigieron al oratorio y tomaron asiento.
Poco después, el forastero llegaba corriendo hasta el lugar donde se encontraba el hermano mayor. “Puedes sentirte satisfecho”, le dijo. “Tu joven hermano es un eminente budista. Me ha derrotado”.
“Cuéntame cómo se desarrolló el diálogo”, le rogó el hermano mayor.
“Al sentarnos”, explicó el viajero, “yo levanté un dedo, representando al Buda, el Iluminado. Él replicó levantando dos dedos, dando a entender que una cosa era el Buda y otra sus enseñanzas. Tras lo cual yo alcé tres dedos, simbolizando al Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa. Pero él entonces me lanzó un puño a la cara, indicándome que las tres cosas proceden de una comprensión única. Fue así como me ganó, y por lo tanto yo no tengo derecho a quedarme”. Dicho esto, reemprendió su camino y se fue.
De repente apareció el hermano menor, exclamando: “¿Dónde se ha metido ese tipo?”.
“Tengo entendido que ganaste el debate”, comentó el mayor.
“No gané nada. Vengo a darle una paliza a ese monje”.
“Cuéntame cuál fue el tema de la discusión”, dijo el hermano mayor.
“¡El tema!... Pues bien: Nada más sentarnos, ese tipo levantó un dedo, insultándome al insinuar que sólo tengo un ojo. No obstante, puesto que se trataba de un forastero, pensé que era mi obligación portarme cortésmente, así que le mostré dos dedos, felicitándolo por su buena suerte, que le había permitido conservar ambos ojos. Pero entonces, el muy miserable alzó impunemente tres dedos, sugiriendo que entre él y yo no sumábamos más que tres ojos. Esto me sacó de mis casillas y empecé de darle de puñetazos, pero él logró escapar y así acabó todo”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Yule escribió:Cuentan que el último día de la Edad de Oro, la Verdad se quedó dormida.
Aquel momento fue aprovechado por la Mentira, que acercandose hasta la Verdad, le robó las vestiduras. Y la mentira se presentó al mundo.
Al despertar, la Verdad -totalmente desnuda- acudió presurosa ante los hombres. Pero éstos la rechazaron. Desolada, la Verdad se retiró al desierto. Allí se encontró las ropas que le había robado la Mentira. Se las puso y nuevamente se presentó ante los humanos. Desde entonces fue identificada ya con la Mentira y aceptada.
A partir de aquel día, la Verdad adoptó la forma de PARÁBOLA.
Las protagonistas también pueden ser intercambiables con "Trascendencia" y "Evasión".
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Otro breve cuentecito zen:
Cierto día, estando Banzan paseando por el mercado, oyó por casualidad la conversación entre un carnicero y su cliente.
“Deme el mejor pedazo de carne que tenga”, decía este último.
“Todo lo que hay en mi tienda es lo mejor”, replicaba el carnicero. “No hallará aquí ninguna pieza de carne que no lo sea”.
Al oír estas palabras, Banzan fue iluminado.
Cierto día, estando Banzan paseando por el mercado, oyó por casualidad la conversación entre un carnicero y su cliente.
“Deme el mejor pedazo de carne que tenga”, decía este último.
“Todo lo que hay en mi tienda es lo mejor”, replicaba el carnicero. “No hallará aquí ninguna pieza de carne que no lo sea”.
Al oír estas palabras, Banzan fue iluminado.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Gracias por poner estos pequeños cuentos zen Toni!!
Añado otro pequeño texto que me enviaron hace tiempo:
¿Cuál es el auténtico mundo?
Nosotros no conocemos el Ser de las cosas, sino el parecer. Pero este parecer no depende de las cosas, sino del observador.
Entré en las paredes curvas y azules de la burbuja, y al contemplar el mundo, éste se presentó ante mí infinitamente pequeño.
Soñé después desde los ojos de la libélula y quedé desconcertado: el mundo no tenía esquinas.
Salté más tarde al ojo azabache de Platero y sentí un escalofrío: el mundo había crecido hasta las nubes.
Caí en el corazón sin tiempo del átomo y, sin saber cómo, me ví en el centro del universo.
Busqué refugio tras las pupilas de hielo del pez y el mundo se convirtió en un silencio horizontal.
Dejé atrás el mar, y al enterrarme con el topo, el mundo se me antojó como una negra humedad.
Ahora soy hombre, y el mundo-dicen-parece redondo y azul.
Añado otro pequeño texto que me enviaron hace tiempo:
¿Cuál es el auténtico mundo?
Nosotros no conocemos el Ser de las cosas, sino el parecer. Pero este parecer no depende de las cosas, sino del observador.
Entré en las paredes curvas y azules de la burbuja, y al contemplar el mundo, éste se presentó ante mí infinitamente pequeño.
Soñé después desde los ojos de la libélula y quedé desconcertado: el mundo no tenía esquinas.
Salté más tarde al ojo azabache de Platero y sentí un escalofrío: el mundo había crecido hasta las nubes.
Caí en el corazón sin tiempo del átomo y, sin saber cómo, me ví en el centro del universo.
Busqué refugio tras las pupilas de hielo del pez y el mundo se convirtió en un silencio horizontal.
Dejé atrás el mar, y al enterrarme con el topo, el mundo se me antojó como una negra humedad.
Ahora soy hombre, y el mundo-dicen-parece redondo y azul.
Invitado- Invitado
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Pasito a pasito voy completando mi colección de cuentos 'zen'. Podría ponerlos todos de golpe pero creo que a más de uno le dará gusto leerlos de a poco, gotita a gotita, así no se hace nada pesado.
Aquí va otro:
Una tarde, hallándose Shichiri Kojun recitando sutras, un ladrón entró en su casa, armado con una afilada espada, y le pidió la bolsa o la vida.
“No me distraigas”, le dijo Shichiri. “Encontrarás el dinero en ese cajón”. Y reanudó la lectura.
Poco después interrumpió la recitación y llamó al ladrón. “No lo cojas todo. Necesito algunas monedas para pagar mañana la contribución”.
El intruso metió en sus bolsillos la mayor parte del dinero y se dispuso a irse. “Da las gracias cuando recibas un regalo”, añadió Shichiri. El hombre así lo hizo, y acto seguido escapó.
Algunos días más tarde, el ladrón fue detenido y confesó, entre otros, el robo perpetrado en casa de Shichiri. Al ser requerido como testigo, declaró: “Este hombre no es un ladrón, al menos en cuanto a mí concierne. Yo le di el dinero y él me dio las gracias por ello”.
Una vez cumplida su condena en la prisión, el hombre fue a ver a Shichiri y se hizo su discípulo.
Aquí va otro:
Una tarde, hallándose Shichiri Kojun recitando sutras, un ladrón entró en su casa, armado con una afilada espada, y le pidió la bolsa o la vida.
“No me distraigas”, le dijo Shichiri. “Encontrarás el dinero en ese cajón”. Y reanudó la lectura.
Poco después interrumpió la recitación y llamó al ladrón. “No lo cojas todo. Necesito algunas monedas para pagar mañana la contribución”.
El intruso metió en sus bolsillos la mayor parte del dinero y se dispuso a irse. “Da las gracias cuando recibas un regalo”, añadió Shichiri. El hombre así lo hizo, y acto seguido escapó.
Algunos días más tarde, el ladrón fue detenido y confesó, entre otros, el robo perpetrado en casa de Shichiri. Al ser requerido como testigo, declaró: “Este hombre no es un ladrón, al menos en cuanto a mí concierne. Yo le di el dinero y él me dio las gracias por ello”.
Una vez cumplida su condena en la prisión, el hombre fue a ver a Shichiri y se hizo su discípulo.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Uno más (cuento zen):
Un estudiante preguntó al maestro chino Sozan. “¿Cuál es la cosa más valiosa del mundo?”.
El maestro dijo: “La cabeza de un gato muerto”.
“¿Por qué la cabeza de un gato muerto es la cosa más valiosa del mundo?”, inquirió el estudiante.
Sozan replicó: “Porque nadie puede decir su precio”.
Un estudiante preguntó al maestro chino Sozan. “¿Cuál es la cosa más valiosa del mundo?”.
El maestro dijo: “La cabeza de un gato muerto”.
“¿Por qué la cabeza de un gato muerto es la cosa más valiosa del mundo?”, inquirió el estudiante.
Sozan replicó: “Porque nadie puede decir su precio”.
Re: Cuentos, parábolas, fábulas y otros textos
Otro cuentecito:
Los estudiantes de la escuela Tendai solían practicar la meditación mucho antes de que el zen llegase al Japón. Cuatro de estos estudiantes, amigos íntimos, se prometieron el uno al otro en cierta ocasión observar siete días de absoluto silencio.
Durante el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente: “Recarga esas lámparas”.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero. “Se suponía que no íbamos a decir una palabra”, observó.
“Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?”, preguntó un tercero.
“Yo soy el único que no digo nada”, concluyó el cuarto estudiante.
Los estudiantes de la escuela Tendai solían practicar la meditación mucho antes de que el zen llegase al Japón. Cuatro de estos estudiantes, amigos íntimos, se prometieron el uno al otro en cierta ocasión observar siete días de absoluto silencio.
Durante el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente: “Recarga esas lámparas”.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero. “Se suponía que no íbamos a decir una palabra”, observó.
“Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?”, preguntó un tercero.
“Yo soy el único que no digo nada”, concluyó el cuarto estudiante.
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