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EL DOLOR DE LA CULPABILIDAD
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EL DOLOR DE LA CULPABILIDAD
EL DOLOR DE LA CULPABILIDAD
En mi opinión, seguimos manteniendo –innecesariamente- la mala costumbre de martirizarnos con acciones dolorosas cada vez que nos descubrimos en un hecho que consideramos reprochable y del que asumimos la culpabilidad. Al reproche le añadimos ingredientes lamentables que van en nuestra propia contra, como la rabia, una especie de odio, el auto-desprecio, la auto-depreciación… y esto es, precisamente, lo contrario de lo que necesitamos en ese momento, que es comprensión, aceptación, cuidado, cariño…
¿Eres culpable por algo? el resultado de que lo seas -o aunque no lo seas pero si así lo sientes-, es el mismo: te encuentras mal contigo y entonces “algo” –tal vez recuerdos de una infancia en que te castigaban cuando hacías algo mal- te hace creer que tienes que castigarte por ello. Si tienes este sentimiento de culpabilidad es conveniente que profundices en ello, pero no el momento de tensión y rabia, sino cuando ya te hayas calmado y dispongas de la objetividad necesaria para ver las cosas tal y como realmente son.
Si descubres que has hecho algo mal, que te has equivocado, es cierto y es innegable, pero… sé compasivo contigo, sé generoso, intenta la reconciliación por el camino del amor y no sigas por el del odio. No te odies ni te desprecies. Cambia esos sentimientos por otros que sean constructivos; puede que sea suficiente con comprender lo que has hecho y sentir el remordimiento.
En ese sentimiento apenado de haberse equivocado ya están incluidos el arrepentimiento y el dolor y es suficiente con sentir, muy dentro y muy sinceramente, las consecuencias de esa equivocación y comprender el remordimiento interno que se ha generado; el remordimiento es ese “pesar interno que queda después de realizar lo que se considera una mala acción”.
Quedarse estancado en la tristeza por la culpabilidad no colabora en resolver la culpabilidad. El arrepentimiento incluye la aceptación y el reconocimiento de lo que no ha estado bien hecho. En esa afectación, y en su correspondiente aflicción, ya hay dolor, ya hay pena; en ese abatimiento ya está incluido el deseo de no volver a repetirlo; hay retractación y hay penitencia. Ya no hacen falta más flagelaciones ni alargar el disgusto ni eternizar el dolor.
Es necesario vivir el sentimiento de culpa cuando se ha hecho algo que no está en concordancia con nuestros mejores deseos de hacer las cosas bien, pero puede que no sea necesario persistir en mantenerlo pendiendo sobre uno mismo cada uno de los instantes. Si uno lo ha sentido de verdad, si le ha calado hondo, eso se queda grabado en la conciencia y no se vuelve a repetir. No es necesaria la figura constante de un verdugo torturándonos.
Perdonarse permite sanar el alma, aligerar la mente y descongestionar el corazón.
Perdonarse es una decisión en la que intervienen la comprensión y el Amor Propio.
Perdonarse no es olvidar: es comprender y aceptar.
Perdonarse no va a cambiar el pasado, pero es un buen paso para cambiar el presente y el futuro.
No querer perdonarse puede llevar oculta una actitud de un ego herido que se castiga a sí mismo porque le parece intolerable haber fallado.
Un dolor moderado pero muy sentido por la culpabilidad es tolerable y positivo. Un dolor insistente, que se prolonga artificialmente, que se alimenta con rabia a diario y del que uno no quiere desprenderse es inútil y negativo.
Escribí un artículo titulado ARREPENTIRSE DE LOS ERRORES YA ES SUFICIENTE CASTIGO, que se puede ver en este enlace: https://buscandome.es/index.php/topic,18333.msg21014.html#msg21014
en el que opino que no es imprescindible castigarse cuando hay un sentimiento de culpa por los errores del pasado.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
En mi opinión, seguimos manteniendo –innecesariamente- la mala costumbre de martirizarnos con acciones dolorosas cada vez que nos descubrimos en un hecho que consideramos reprochable y del que asumimos la culpabilidad. Al reproche le añadimos ingredientes lamentables que van en nuestra propia contra, como la rabia, una especie de odio, el auto-desprecio, la auto-depreciación… y esto es, precisamente, lo contrario de lo que necesitamos en ese momento, que es comprensión, aceptación, cuidado, cariño…
¿Eres culpable por algo? el resultado de que lo seas -o aunque no lo seas pero si así lo sientes-, es el mismo: te encuentras mal contigo y entonces “algo” –tal vez recuerdos de una infancia en que te castigaban cuando hacías algo mal- te hace creer que tienes que castigarte por ello. Si tienes este sentimiento de culpabilidad es conveniente que profundices en ello, pero no el momento de tensión y rabia, sino cuando ya te hayas calmado y dispongas de la objetividad necesaria para ver las cosas tal y como realmente son.
Si descubres que has hecho algo mal, que te has equivocado, es cierto y es innegable, pero… sé compasivo contigo, sé generoso, intenta la reconciliación por el camino del amor y no sigas por el del odio. No te odies ni te desprecies. Cambia esos sentimientos por otros que sean constructivos; puede que sea suficiente con comprender lo que has hecho y sentir el remordimiento.
En ese sentimiento apenado de haberse equivocado ya están incluidos el arrepentimiento y el dolor y es suficiente con sentir, muy dentro y muy sinceramente, las consecuencias de esa equivocación y comprender el remordimiento interno que se ha generado; el remordimiento es ese “pesar interno que queda después de realizar lo que se considera una mala acción”.
Quedarse estancado en la tristeza por la culpabilidad no colabora en resolver la culpabilidad. El arrepentimiento incluye la aceptación y el reconocimiento de lo que no ha estado bien hecho. En esa afectación, y en su correspondiente aflicción, ya hay dolor, ya hay pena; en ese abatimiento ya está incluido el deseo de no volver a repetirlo; hay retractación y hay penitencia. Ya no hacen falta más flagelaciones ni alargar el disgusto ni eternizar el dolor.
Es necesario vivir el sentimiento de culpa cuando se ha hecho algo que no está en concordancia con nuestros mejores deseos de hacer las cosas bien, pero puede que no sea necesario persistir en mantenerlo pendiendo sobre uno mismo cada uno de los instantes. Si uno lo ha sentido de verdad, si le ha calado hondo, eso se queda grabado en la conciencia y no se vuelve a repetir. No es necesaria la figura constante de un verdugo torturándonos.
Perdonarse permite sanar el alma, aligerar la mente y descongestionar el corazón.
Perdonarse es una decisión en la que intervienen la comprensión y el Amor Propio.
Perdonarse no es olvidar: es comprender y aceptar.
Perdonarse no va a cambiar el pasado, pero es un buen paso para cambiar el presente y el futuro.
No querer perdonarse puede llevar oculta una actitud de un ego herido que se castiga a sí mismo porque le parece intolerable haber fallado.
Un dolor moderado pero muy sentido por la culpabilidad es tolerable y positivo. Un dolor insistente, que se prolonga artificialmente, que se alimenta con rabia a diario y del que uno no quiere desprenderse es inútil y negativo.
Escribí un artículo titulado ARREPENTIRSE DE LOS ERRORES YA ES SUFICIENTE CASTIGO, que se puede ver en este enlace: https://buscandome.es/index.php/topic,18333.msg21014.html#msg21014
en el que opino que no es imprescindible castigarse cuando hay un sentimiento de culpa por los errores del pasado.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
Francisco de Sales- Cantidad de envíos : 1527
Fecha de inscripción : 15/12/2012
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