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CAPÍTULO 24 – SER UNO MISMO
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CAPÍTULO 24 – SER UNO MISMO
CAPÍTULO 24 – SER UNO MISMO
Este es el capítulo 24 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
“Susya, el rabí jasídico, dijo poco antes de su muerte: “cuando llegue al Cielo, no me preguntarán por qué no fui Moisés. Me preguntarán,
en cambio, por qué no fui Susya. Me preguntarán
por qué no fui lo que solamente yo podía ser.”
¿POR QUÉ NO ERES EL QUE SOLAMENTE TÚ PUEDES SER?
(Anónimo)
“La derrota personal más profunda que pueden sufrir los seres humanos está representada por la diferencia entre lo que uno es capaz de llegar a ser y lo que uno es”.
(Ashley Montagu)
“El mejor servicio que puedo hacerme es ser yo mismo”.
“El actor, cuando acaba la representación, se quita la máscara del personaje y es él mismo”.
“Uno no sólo es el centro de su propia individualidad,
sino el Dios de su propia individualidad”.
(Antonio Blay)
“Si a veces dices sí para no desilusionar a la gente, eso no es amor:
es cobardía. Un gran ejercicio es saber decir no”.
(Tony de Mello)
“Cuando cierro los ojos es cuando realmente empieza YO. Cuando cierro los ojos y siento, entonces soy yo. Yo no soy mi cuerpo, sino su habitante”.
“¿Tienes permiso para ser tu mismo?”
“Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere. Aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos… Porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse”. (Mario Benedetti)
“Uno no debe conformarse con lo que está siendo. Puede llegar a ser Uno Mismo, y es el mejor premio que se puede conseguir en la vida”.
“Nada aporta tanta autoestima y confianza como saberse y ser uno mismo”.
“Aprende a distinguir la cara de la máscara.
¿Realmente crees que sabes quién eres?”
“Uno ya ES, pero… ¿cómo saberlo y sentirlo?”
“Cuanto más ejercitamos lo que somos, más se desarrolla”.
“Es básico conocerse lo suficiente como para distinguir cuando uno ES y cuándo ESTÁ SIENDO. Se ES, intrínsecamente, a todas horas, y se ESTÁ SIENDO en momentos puntuales. Uno, ES; el personaje, ESTÁ SIENDO”.
“La mayor parte de los hombres prefieren parecer que ser.”
(Esquilo)
“La forma más común de la desesperación consiste en no ser uno quien es. Una forma aún más profunda es el intento de ser alguien
diferente de quien se es”.
(Kierkegaard)
“Esto es emocionante: jamás en la historia de la Humanidad ha habido nadie como tú, ni lo habrá. Nadie hizo ni hará lo que no hagas tú”.
“El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.”
(Dag Hammarskjöld)
“Tú puedes ser lo que desees, solamente existe un obstáculo: tú mismo.”
(Paracelso)
“No desees ser algo excepto lo que eres,
y trata de ser eso perfectamente.”
(San Francisco de Sales)
Cuando decides “a partir de ahora quiero ser yo mismo”, como no sabes quién eres, y como no te sirve tu propia referencia, parece que no te queda más remedio que compararte con otras personas.
Pero otras personas son otras personas.
No son tú.
Son ellas.
Cuando te fijas en cómo son otros, es únicamente como referencia, porque no has de ser como ellos, sino ser tú mismo.
En la religión cristiana se habla de un Juicio Final en el fin de los tiempos. Yo creo que cada uno debería hacer Juicios Finales continuos, pero sin necesidad de jueces ni de un tribunal de santos, y analizar cada vez que se hace una cosa importante, por si se hizo bien o mal, con qué intención se hizo, y si le dejó o no satisfecho.
En uno de esos Juicios Finales, deberías imaginar que ya han pasado muchos años de tu vida, prácticamente todos, y eres ya un viejecito sentado en un sillón que se pone a revisar lo que ha sido su vida. Van apareciendo casi todas las cosas que el recuerdo tiene almacenadas de todo lo que has vivido. Si alguien te mira a la cara en esos momentos, verá cuáles recuerdos son agradables, porque una sonrisa los delatará, y cuáles fueron tristes o dramáticos, porque una mueca seria lo revelará. ¿Qué veríamos más en tu caso?
¿Sonrisas o seriedad?
Hay momentos en tu vida que son dramáticos pero tú no tienes la culpa, como el fallecimiento de un ser querido, pero hay otros momentos en tu vida que son tristes porque tú no te has preocupado de hacerlos felices.
Desde ese sillón del futuro, tras haber revisado tu vida -tarea que puedes adelantar y hacer ahora mismo-, puedes hacerte una gran pregunta:
¿Quién he sido yo?
También te puedes hacer otra pregunta:
¿Quién estoy siendo?
Te sugiero que hagas este ejercicio antes de seguir adelante.
Tic… tac… tic… tac…
Quizás te cueste responder a la pregunta; quizás te dé por divagar y saltar de un asunto a otro, o cambies el quién he sido yo por el cómo he sido yo o cómo me he visto obligado a ser…
La mente puede volar de un asunto a otro.
El objetivo de la pregunta no es otro que el de llevarte a la gran pregunta, una vez que has visto el descontrol que hay en tu interior, la falta de claridad en cuanto a quién y por qué, y esa vida tan desorganizada o tan perdida que ha aparecido en el análisis.
SER… ¿PERO QUIÉN?
Ser quien solamente tú puedes ser.
No has de ser Krishnamurti, porque ya lo es él, y si lo fueras ya no serías tú sino que serías Krishnamurti. Ni has de ser Buda, ni Teresa de Calcuta, ni Claudia Schiffer, ni Bill Gates, porque ya lo son ellos.
Es el ego quien buscar ser alguien –y alguien importante, triunfador o famoso- porque teme ser nadie. No puede soportar ser nadie.
¿Quién ser? pues un humano, uno más del montón; uno que ha venido a vivir su vida y trata de ser todo lo feliz que pueda, trata de hacer felices a los demás si puede, y tratar de sentirse a gusto consigo mismo –sobre todo esto-, con las cosas que piensa y que siente, y con las cosas que hace.
¿Quién ser? yo mismo, el que soy, el que me ha tocado ser. El que me acompaña desde que nací, el que se manifiesta desde mi interior; un ser preferentemente feliz, que vive en paz consigo y con el mundo.
¿Quién ser? la materia y el espíritu en perfecta armonía. Siento, cada vez con una firmeza más indestructible, que tengo algo de divino o que incluso lo soy, que soy mágico, que tengo un alma que es mi Maestra y mi Guía, que soy espíritu también, que busco a mi Dios y a mi manera.
¿Quién ser? es importante saber, cada vez que me haga una pregunta, desde qué nivel me la estoy haciendo, para contestar también desde ese mismo nivel. Posiblemente una pregunta racional no entienda una respuesta de los sentimientos, y viceversa, como tampoco una pregunta hecha en japonés entiende una respuesta en árabe.
Si yo me pregunto quién he de ser, desde lo más profundo de mi alma, no estoy esperando una respuesta que me hable de bienes materiales y ascensos en mi trabajo: espero una respuesta que le recuerde a mi ser profundo quién es, aunque ahora no lo esté mostrando; espero una respuesta íntima, preferentemente sin palabras, de alma a alma, de corazón a corazón.
Si la pregunta la hago desde el aspecto físico -y debo recordar que no he de renunciar a que también soy un cuerpo físico- la respuesta debe ser tangible, perfectamente comprensible, mental y racional, y será, sin duda, en función de algo de mi vida física o relacionada con los demás.
Soy… -y aquí pongo mi nombre y apellidos para empezar a tener seguridad en el resto de respuestas-, añado mi profesión u ocupación para tener aún más concreción, y mentalmente o frente al espejo, veo mi cuerpo y me identifico aún más.
He de ser… -y aquí la respuesta tarda más en producirse-. Lo primero que aparece no termina de satisfacerle a mi totalidad: si contenta a lo material, deja indiferente o incluso desalienta a lo espiritual. Se crea el eterno conflicto mente-sentimientos.
Sigo profundizando porque si no está resuelto lo material, quizás la espiritualidad no encuentre la calma necesaria para manifestarse. Me recuerdo otra vez -lo necesito constantemente- que soy materia y soy espíritu: las dos cosas. No sólo la que más me apetece en un momento determinado, y m re tengo que recordar que conseguir la convivencia en armonía de ambas partes me conducirá, como único camino, a la integridad.
Lo íntegro es aquello a lo que no le falta ninguna de sus partes.
La respuesta, por supuesto, es absolutamente personal, intransferible, irrepetible, y cada uno debe buscarla por sí mismo y en sí mismo, disfrutando de un poco más de claridad si comprende lo anterior.
Ahora verás posibles respuestas que no deben ser tomadas como modelos, sino como bases.
¿Por qué no eres el que solamente tú puedes ser?
PENSAMIENTOS
Ser, ¿Quién?
Uno mismo.
Lo que hoy puedo alcanzar, no otro distinto, porque ya no sería yo; sería una buena intención, una ilusión, el mejor de los deseos, pero no se debe ser quien no se es.
No se puede buscar uno donde no está.
Hay que tocar la realidad primero, saber las medidas y los limites, valorar y reforzar –si es necesario- las fuerzas y las capacidades. Después, sin arrebatos, todo consciencia, hay que ir dibujando un retrato de quién NO se quiere ser.
Y a partir de ahí el resto es, sencillamente… complicado.
Búsquedas y finales que me llevan al principio.
Tendré preguntas de las cuales parece que huyen las respuestas correctas. Y tendré dudas, muchas dudas.
Pero si tengo por lo menos el proyecto, inacabado siempre, de lo que NO quiero ser y, por lógica, si estoy atento, descubriré lo demás: lo que SÍ quiero ser.
Ser, el que yo siento que tengo que ser.
Tal vez un alma sensible, o unos ojos que ven todo con otros colores, o una esperanza, o una calma, o un humano en constante crecimiento…
Ser la única forma de persona con la que me pueda sentir a gusto y en paz; ser la única forma de persona con la que me sienta identificado, con quien no tenga que fingir, ni luchar, ni hacer un esfuerzo por agradar o agradarme… ser quien llevo dentro, desarrollar mi interior, dar vida y crecimiento al proyecto que aún soy.
Convertirme en Yo Mismo.
Ser la individualidad que debo ser.
Ser el conjunto único de cualidades, virtudes, procesos y cosas que nadie más que yo podrá ser.
Ser, simplemente ser.
Ser humano.
Me refiero al significado comúnmente aceptado: personas con debilidades y con fallos.
Debo ser una persona que se muestra como es, con dudas, con días buenos y días malos.
Debo ser una persona que se muestra como tal, sin cosas que ocultar, sin tabúes, sin complejos, sin falsas apariencias, mostrando mi actual realidad para que sea aceptada como es.
Mostrar lo que soy y lo que tengo: inseguridades, alegrías, pesimismo, sueños, esperanzas, desconsuelo…
Freud creía que la represión era una manera de mantener a raya lo que él denominó el “ello”, que es el receptáculo interior de lo que llamamos nuestras “necesidades inferiores”. Después se ha averiguado que no solo reprimimos los impulsos más “inferiores”, como la agresividad y la sexualidad, sino que también se aprende a contener parte de la energía y la curiosidad innatas. Todo ello para adaptarse a las condiciones del medio. Pero así como reprimimos nuestras posibilidades “inferiores”, también reprimimos las más elevadas, y también de ellas nos defendemos: se produce el miedo a la propia grandeza y la huida de todo aquello que podríamos ser… ¿por qué tememos nuestra propia grandeza?... ¿por qué vamos por el mundo usando solamente una fracción de nuestras posibilidades?...
Aquí surge, otra vez, la necesidad de autoconocimiento, la necesidad de conocer los motivos y las causas de nuestra vida, porque así como en el ejemplo de la semilla del peral, que sabe que tiene que ser un peral y no otro árbol, y cuando se propicien las condiciones de tierra, humedad y temperatura será un peral, en las personas no suceden igual, porque no sabemos qué tenemos que ser, cuál es nuestro propósito en la vida, ni cuál es el sentido de nuestra existencia.
SER… ¿PERO POR QUÉ?
Porque es uno de los motivos de la vida, quizás el único.
Porque es la única opción de encontrar la libertad.
Porque uno no está siendo el que quiero ser, estará siendo el que no quiere ser.
SER… ¿PERO CÓMO?
Pues tal como dicte mi conciencia, del modo en que me sienta yo mismo, y cuidando que la armonía se instale a perpetuidad.
Siendo yo mismo aunque eso no siempre me proporcione palmaditas en la espalda ni aplausos. Siendo real, sin mostrarme distinto de quien soy, evitando los modelos bien aceptados para quedar bien, o siendo consciente -en ese caso- de que estoy actuando, no siendo.
No exigiéndome lo que no soy y lo que no tengo, no comparándome con otros, no creando conflictos innecesarios en mi interior, no forzándome a ser de un modo distinto a como soy, no siendo voluble en función de mi estado de ánimo o de las circunstancias ajenas, no tratando ser el que los demás piensan que soy ni el que quieren que sea.
Cada quien decidirá cómo quiere ser, pero estas son unas buenas opciones.
SER SENCILLO
Aunque me hayan inculcado lo contrario.
La sociedad de consumo, y la educación que recojo de la calle o en mi propia familia, me insinúa que sencillo es equivalente a fracasado. Expresan que hay que ser el mejor, cueste lo que cueste, porque el mundo no es de los mediocres ni de los pusilánimes. En este mundo predomina la competitividad, hay que ser más apto que los demás, hay que destacar, aunque sea llamando la atención con la actitud y los modos, y hay que machacar a quien sea si es necesario para conseguirlo. Eso nos inculcan de algún modo.
Los héroes y los triunfadores son los que destacan y se quiere ser uno de ellos. Hay que ser aparente: tener el mejor coche, la mejor marca de ropa, incluso por encima de lo que me permiten las posibilidades.
Quien es sencillo no encaja en la sociedad actual. Se clasifica como un hippie caducado, una persona sin carácter ni personalidad, un pánfilo, o un esotérico lunático iluminado que está la mayor parte del tiempo en las nubes; en resumen, alguien no muy bien aceptado.
Ser sencillo, en cambio, es ser verdadero, espontáneo, obrar con llaneza, no tener doblez ni engaño, no tener artificio y decir lo que se piensa.
O sea, un Ser natural que se muestra en su forma natural.
Rara avis.
Ser sencillo permite la tranquilidad de no ir cargado del oropel y la pompa que requieren algunos de los personajes que interpretamos. Ser sencillo es Ser Uno Mismo sin preocuparse, sin intentar engañar, sin aparentar lo que no es, aceptando las cosas de la vida, y estando en ella sin hacer mucho ruido.
Es estar relajado ante las cosas que van sucediendo en la vida y aceptarlas como parte de la tarea de vivir.
Es ser natural, accesible, humano.
Es tener claro que casi todo es superfluo.
Es comprender que no necesito “ser algo”, sino simplemente “ser”.
Para ello es necesario Descubrirse, poner en su orden exacto la propia escala de valores y, si es necesario, trazar una nueva en la que se incluya lo que realmente apetezca, aquello que realmente se valore, lo que es importante para uno, y hacer un pacto para autorizarse a ser sencillo. Reconocer que casi todo es sobrante, que las cosas sólo valen lo que uno esté dispuesto a hacer por ellas, que se puede vivir sin ostentaciones y sin hacer ruido, que la naturalidad no requiere ningún esfuerzo y la sencillez es uno de los mejores ingredientes de la naturaleza humana.
Si eres capaz de entender la delicia que es “ser nadie” tendrás más fácil alcanzar y disfrutar la sencillez.
SER AUTÉNTICO
O sea, el legítimo, el verdadero. Espontáneo y natural. Puro. No el que los demás quieren que seas. No una mala imitación, ni una réplica, ni el cincuenta por ciento de lo que puedes llegar a ser, sino el que realmente eres. Si sólo estás siendo una parte de quien realmente eres, aún no eres el auténtico.
Para ello, si es necesario, romperás con lo acostumbrado, romperás la idea errónea de ti. Y tal vez romperás, sin que tú lo decidas, con algunos compañeros de tu entorno, a los que quizás llamas amigos, porque se darán cuenta de cuán lejos de ellos te encuentras y no les interesas siendo auténtico. Y he escrito interesas muy conscientemente, porque sus intereses era lo único que te unía a ellos. Romperás también, esta vez por decisión propia, con todo lo ilusorio, lo provisional, lo falso, los oropeles, lo que carece de base, lo que se rige exclusivamente por intereses o apariencias.
Para ser auténtico tienes que romper con algunas ataduras que parecían lindos lazos y con la idea que tenías de ti y de otras cosas; adquirirás la responsabilidad de tu propia vida de un modo absoluto, te dejarás de lloriqueos y quejas infantiles, y buscarás con ahínco lo natural y profundo que hay en ti.
Todo no son ventajas… por eso decimos de alguien que es auténtico cuando es honrado y es fiel a sus orígenes y convicciones. Cuando podemos decir que es él mismo.
Ser auténtico es poder disfrutar de casi todos los mejores adjetivos de los que disponemos: verdadero, puro, espontáneo, natural, creíble, franco, sincero, leal…
Sin duda, poder ostentar estas cualidades es un argumento más que suficiente para empezar a ser auténtico.
Porque, además, es Ser realmente Uno Mismo, permitirme ser como realmente es.
Ser Uno Mismo es lo máximo.
SER… ¿PERO CUÁNDO?
Siempre. En todos los instantes de todos los momentos.
No hay momentos en los que sí tienes que ser y otros en los que no.
Todos los segundos te pertenecen, todos te van construyendo, todos quedarían vacíos sin ti.
En el proceso de vivir no hay vacaciones.
Puede haber momentos más relajados, de aparente desatención, pero hay que seguir alerta, con la atención afinada, en la tensión serena de la leona a punto de saltar sobre su presa, teniendo la intuición muy pendiente de que la vida es la suma de todos los instantes y de todos los momentos, y todos y cada uno de ellos pueden aportarte la calma, la delicia, los sueños o el éxito.
Cada momento es el momento óptimo de Ser Uno Mismo.
Este Ser Uno Mismo no es un espectáculo que se monta para asombrar a los demás, sino que es el hecho de vivir consecuentemente con los principios básicos que vienen implícitos en cada uno, genéticamente o por la Gracia Divina.
Ser en la ducha, en la conversación más banal, en el mercado, cuando soy amante y cuando soy amado, en todos los segundos que vivo, porque todos me van haciendo y porque todos quedarán huérfanos si yo no estoy en ellos.
Sólo uno puede Ser Uno Mismo. Nadie más. No hay suplente. Sólo la integridad absoluta siempre concede ese título honorable y honorífico.
Y no hay momento menos importante que otro.
Puedes y debes conseguir que en los momentos que aparentemente no pasa nada, sean momentos de un contacto aún más directo contigo mismo, y que sean momentos de una vigilancia que está atenta a no dejar de Ser Uno Mismo, y tienes que seguir siéndolo en los momentos de calma, en los de estruendo y en los de desatención.
Ser siempre, porque sólo los muertos no pueden ser.
SER… ¿PERO PARA QUÉ?
Para cumplir el compromiso adquirido cuando decidiste vivir.
No creo que estar en esta vida sea pura casualidad, ni que sea irrelevante.
Para tu vida es primordial vivir y tu responsabilidad como gobernante es realizarte plenamente, acumular el máximo de momentos de felicidad, sentirte a gusto y en paz, tener un concepto justo y equitativo de ti mismo, despertarte sin miedos y acostarte con la conciencia tranquila.
Todo esto sólo se consigue desde la integridad total, para eso hay que Ser Uno Mismo, para no ser un usurpador, un parásito, un derrocador del maravilloso acto de vivir desde la mejor opción de Ser Uno Mismo y disfrutarlo.
¿QUÉ ES SER UNO MISMO?
Es el proceso de Desarrollo y Actualización de lo que se es por sí mismo, en esencia. Sacarlo a la luz en su plenitud, y no sólo pequeños retazos.
Este trabajo se realiza desde adentro hacia afuera. Se hace en el interior y se manifiesta en el exterior, teniendo clara la premisa de que cuanto más ejercitamos lo que somos más se desarrolla.
La forma de averiguarnos es preguntándose a menudo. ¿Estoy siendo realmente yo mismo?
¿Expreso mi integridad en la que se aúnan el hecho de habitar en este mundo con el de no renunciar a mí ni a mi espiritualidad?
¿Dedico tiempo a Descubrirme para saber quién soy?
¿Soy yo mismo aún en presencia de otras personas y en todas las ocasiones?
No hay que olvidar que vivimos en un mundo de prohibiciones, expresas o sutiles, y que socialmente está casi prohibido Ser Uno Mismo, y se acepta mejor ser lo que se espera de uno, o ser lo que es más conveniente ser.
PARA OBSERVAR
Quizás se te ocurra preguntar: ¿cómo o cuándo se sabe que uno ya Es Uno Mismo?
No te preocupes. Tranquilo. Cuando lo seas, los demás te lo harán saber, incluso en alguna ocasión con cierto disgusto por su parte, pero, sobre todo, el más fiable eres tú, que cuando ya lo seas te darás cuenta de un modo irrefutable.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Ser Uno Mismo es una propuesta.
Ser nadie, es otra.
Quizás el mejor servicio que se puede hacer al mundo sea que desaparezca el “yo”. Entonces podrías quedar convertido en vehículo de lo divino.
Si te pones al servicio de Él, te llevará por donde debas ir.
Una propuesta interesante aunque desconcertante…
RESUMIENDO
A esto venimos al mundo: a Ser Uno Mismo. Es tu tarea cósmica o tu reto espiritual, o lo más humano y crudo que te puedas imaginar: has venido a ser el que nadie más puede ser, el que has sido destinado a ser. Búscate en tu esencia, y no te prives de mostrar al mundo a ese ser maravilloso.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html
Este es el capítulo 24 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
“Susya, el rabí jasídico, dijo poco antes de su muerte: “cuando llegue al Cielo, no me preguntarán por qué no fui Moisés. Me preguntarán,
en cambio, por qué no fui Susya. Me preguntarán
por qué no fui lo que solamente yo podía ser.”
¿POR QUÉ NO ERES EL QUE SOLAMENTE TÚ PUEDES SER?
(Anónimo)
“La derrota personal más profunda que pueden sufrir los seres humanos está representada por la diferencia entre lo que uno es capaz de llegar a ser y lo que uno es”.
(Ashley Montagu)
“El mejor servicio que puedo hacerme es ser yo mismo”.
“El actor, cuando acaba la representación, se quita la máscara del personaje y es él mismo”.
“Uno no sólo es el centro de su propia individualidad,
sino el Dios de su propia individualidad”.
(Antonio Blay)
“Si a veces dices sí para no desilusionar a la gente, eso no es amor:
es cobardía. Un gran ejercicio es saber decir no”.
(Tony de Mello)
“Cuando cierro los ojos es cuando realmente empieza YO. Cuando cierro los ojos y siento, entonces soy yo. Yo no soy mi cuerpo, sino su habitante”.
“¿Tienes permiso para ser tu mismo?”
“Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere. Aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos… Porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse”. (Mario Benedetti)
“Uno no debe conformarse con lo que está siendo. Puede llegar a ser Uno Mismo, y es el mejor premio que se puede conseguir en la vida”.
“Nada aporta tanta autoestima y confianza como saberse y ser uno mismo”.
“Aprende a distinguir la cara de la máscara.
¿Realmente crees que sabes quién eres?”
“Uno ya ES, pero… ¿cómo saberlo y sentirlo?”
“Cuanto más ejercitamos lo que somos, más se desarrolla”.
“Es básico conocerse lo suficiente como para distinguir cuando uno ES y cuándo ESTÁ SIENDO. Se ES, intrínsecamente, a todas horas, y se ESTÁ SIENDO en momentos puntuales. Uno, ES; el personaje, ESTÁ SIENDO”.
“La mayor parte de los hombres prefieren parecer que ser.”
(Esquilo)
“La forma más común de la desesperación consiste en no ser uno quien es. Una forma aún más profunda es el intento de ser alguien
diferente de quien se es”.
(Kierkegaard)
“Esto es emocionante: jamás en la historia de la Humanidad ha habido nadie como tú, ni lo habrá. Nadie hizo ni hará lo que no hagas tú”.
“El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.”
(Dag Hammarskjöld)
“Tú puedes ser lo que desees, solamente existe un obstáculo: tú mismo.”
(Paracelso)
“No desees ser algo excepto lo que eres,
y trata de ser eso perfectamente.”
(San Francisco de Sales)
Cuando decides “a partir de ahora quiero ser yo mismo”, como no sabes quién eres, y como no te sirve tu propia referencia, parece que no te queda más remedio que compararte con otras personas.
Pero otras personas son otras personas.
No son tú.
Son ellas.
Cuando te fijas en cómo son otros, es únicamente como referencia, porque no has de ser como ellos, sino ser tú mismo.
En la religión cristiana se habla de un Juicio Final en el fin de los tiempos. Yo creo que cada uno debería hacer Juicios Finales continuos, pero sin necesidad de jueces ni de un tribunal de santos, y analizar cada vez que se hace una cosa importante, por si se hizo bien o mal, con qué intención se hizo, y si le dejó o no satisfecho.
En uno de esos Juicios Finales, deberías imaginar que ya han pasado muchos años de tu vida, prácticamente todos, y eres ya un viejecito sentado en un sillón que se pone a revisar lo que ha sido su vida. Van apareciendo casi todas las cosas que el recuerdo tiene almacenadas de todo lo que has vivido. Si alguien te mira a la cara en esos momentos, verá cuáles recuerdos son agradables, porque una sonrisa los delatará, y cuáles fueron tristes o dramáticos, porque una mueca seria lo revelará. ¿Qué veríamos más en tu caso?
¿Sonrisas o seriedad?
Hay momentos en tu vida que son dramáticos pero tú no tienes la culpa, como el fallecimiento de un ser querido, pero hay otros momentos en tu vida que son tristes porque tú no te has preocupado de hacerlos felices.
Desde ese sillón del futuro, tras haber revisado tu vida -tarea que puedes adelantar y hacer ahora mismo-, puedes hacerte una gran pregunta:
¿Quién he sido yo?
También te puedes hacer otra pregunta:
¿Quién estoy siendo?
Te sugiero que hagas este ejercicio antes de seguir adelante.
Tic… tac… tic… tac…
Quizás te cueste responder a la pregunta; quizás te dé por divagar y saltar de un asunto a otro, o cambies el quién he sido yo por el cómo he sido yo o cómo me he visto obligado a ser…
La mente puede volar de un asunto a otro.
El objetivo de la pregunta no es otro que el de llevarte a la gran pregunta, una vez que has visto el descontrol que hay en tu interior, la falta de claridad en cuanto a quién y por qué, y esa vida tan desorganizada o tan perdida que ha aparecido en el análisis.
SER… ¿PERO QUIÉN?
Ser quien solamente tú puedes ser.
No has de ser Krishnamurti, porque ya lo es él, y si lo fueras ya no serías tú sino que serías Krishnamurti. Ni has de ser Buda, ni Teresa de Calcuta, ni Claudia Schiffer, ni Bill Gates, porque ya lo son ellos.
Es el ego quien buscar ser alguien –y alguien importante, triunfador o famoso- porque teme ser nadie. No puede soportar ser nadie.
¿Quién ser? pues un humano, uno más del montón; uno que ha venido a vivir su vida y trata de ser todo lo feliz que pueda, trata de hacer felices a los demás si puede, y tratar de sentirse a gusto consigo mismo –sobre todo esto-, con las cosas que piensa y que siente, y con las cosas que hace.
¿Quién ser? yo mismo, el que soy, el que me ha tocado ser. El que me acompaña desde que nací, el que se manifiesta desde mi interior; un ser preferentemente feliz, que vive en paz consigo y con el mundo.
¿Quién ser? la materia y el espíritu en perfecta armonía. Siento, cada vez con una firmeza más indestructible, que tengo algo de divino o que incluso lo soy, que soy mágico, que tengo un alma que es mi Maestra y mi Guía, que soy espíritu también, que busco a mi Dios y a mi manera.
¿Quién ser? es importante saber, cada vez que me haga una pregunta, desde qué nivel me la estoy haciendo, para contestar también desde ese mismo nivel. Posiblemente una pregunta racional no entienda una respuesta de los sentimientos, y viceversa, como tampoco una pregunta hecha en japonés entiende una respuesta en árabe.
Si yo me pregunto quién he de ser, desde lo más profundo de mi alma, no estoy esperando una respuesta que me hable de bienes materiales y ascensos en mi trabajo: espero una respuesta que le recuerde a mi ser profundo quién es, aunque ahora no lo esté mostrando; espero una respuesta íntima, preferentemente sin palabras, de alma a alma, de corazón a corazón.
Si la pregunta la hago desde el aspecto físico -y debo recordar que no he de renunciar a que también soy un cuerpo físico- la respuesta debe ser tangible, perfectamente comprensible, mental y racional, y será, sin duda, en función de algo de mi vida física o relacionada con los demás.
Soy… -y aquí pongo mi nombre y apellidos para empezar a tener seguridad en el resto de respuestas-, añado mi profesión u ocupación para tener aún más concreción, y mentalmente o frente al espejo, veo mi cuerpo y me identifico aún más.
He de ser… -y aquí la respuesta tarda más en producirse-. Lo primero que aparece no termina de satisfacerle a mi totalidad: si contenta a lo material, deja indiferente o incluso desalienta a lo espiritual. Se crea el eterno conflicto mente-sentimientos.
Sigo profundizando porque si no está resuelto lo material, quizás la espiritualidad no encuentre la calma necesaria para manifestarse. Me recuerdo otra vez -lo necesito constantemente- que soy materia y soy espíritu: las dos cosas. No sólo la que más me apetece en un momento determinado, y m re tengo que recordar que conseguir la convivencia en armonía de ambas partes me conducirá, como único camino, a la integridad.
Lo íntegro es aquello a lo que no le falta ninguna de sus partes.
La respuesta, por supuesto, es absolutamente personal, intransferible, irrepetible, y cada uno debe buscarla por sí mismo y en sí mismo, disfrutando de un poco más de claridad si comprende lo anterior.
Ahora verás posibles respuestas que no deben ser tomadas como modelos, sino como bases.
¿Por qué no eres el que solamente tú puedes ser?
PENSAMIENTOS
Ser, ¿Quién?
Uno mismo.
Lo que hoy puedo alcanzar, no otro distinto, porque ya no sería yo; sería una buena intención, una ilusión, el mejor de los deseos, pero no se debe ser quien no se es.
No se puede buscar uno donde no está.
Hay que tocar la realidad primero, saber las medidas y los limites, valorar y reforzar –si es necesario- las fuerzas y las capacidades. Después, sin arrebatos, todo consciencia, hay que ir dibujando un retrato de quién NO se quiere ser.
Y a partir de ahí el resto es, sencillamente… complicado.
Búsquedas y finales que me llevan al principio.
Tendré preguntas de las cuales parece que huyen las respuestas correctas. Y tendré dudas, muchas dudas.
Pero si tengo por lo menos el proyecto, inacabado siempre, de lo que NO quiero ser y, por lógica, si estoy atento, descubriré lo demás: lo que SÍ quiero ser.
Ser, el que yo siento que tengo que ser.
Tal vez un alma sensible, o unos ojos que ven todo con otros colores, o una esperanza, o una calma, o un humano en constante crecimiento…
Ser la única forma de persona con la que me pueda sentir a gusto y en paz; ser la única forma de persona con la que me sienta identificado, con quien no tenga que fingir, ni luchar, ni hacer un esfuerzo por agradar o agradarme… ser quien llevo dentro, desarrollar mi interior, dar vida y crecimiento al proyecto que aún soy.
Convertirme en Yo Mismo.
Ser la individualidad que debo ser.
Ser el conjunto único de cualidades, virtudes, procesos y cosas que nadie más que yo podrá ser.
Ser, simplemente ser.
Ser humano.
Me refiero al significado comúnmente aceptado: personas con debilidades y con fallos.
Debo ser una persona que se muestra como es, con dudas, con días buenos y días malos.
Debo ser una persona que se muestra como tal, sin cosas que ocultar, sin tabúes, sin complejos, sin falsas apariencias, mostrando mi actual realidad para que sea aceptada como es.
Mostrar lo que soy y lo que tengo: inseguridades, alegrías, pesimismo, sueños, esperanzas, desconsuelo…
Freud creía que la represión era una manera de mantener a raya lo que él denominó el “ello”, que es el receptáculo interior de lo que llamamos nuestras “necesidades inferiores”. Después se ha averiguado que no solo reprimimos los impulsos más “inferiores”, como la agresividad y la sexualidad, sino que también se aprende a contener parte de la energía y la curiosidad innatas. Todo ello para adaptarse a las condiciones del medio. Pero así como reprimimos nuestras posibilidades “inferiores”, también reprimimos las más elevadas, y también de ellas nos defendemos: se produce el miedo a la propia grandeza y la huida de todo aquello que podríamos ser… ¿por qué tememos nuestra propia grandeza?... ¿por qué vamos por el mundo usando solamente una fracción de nuestras posibilidades?...
Aquí surge, otra vez, la necesidad de autoconocimiento, la necesidad de conocer los motivos y las causas de nuestra vida, porque así como en el ejemplo de la semilla del peral, que sabe que tiene que ser un peral y no otro árbol, y cuando se propicien las condiciones de tierra, humedad y temperatura será un peral, en las personas no suceden igual, porque no sabemos qué tenemos que ser, cuál es nuestro propósito en la vida, ni cuál es el sentido de nuestra existencia.
SER… ¿PERO POR QUÉ?
Porque es uno de los motivos de la vida, quizás el único.
Porque es la única opción de encontrar la libertad.
Porque uno no está siendo el que quiero ser, estará siendo el que no quiere ser.
SER… ¿PERO CÓMO?
Pues tal como dicte mi conciencia, del modo en que me sienta yo mismo, y cuidando que la armonía se instale a perpetuidad.
Siendo yo mismo aunque eso no siempre me proporcione palmaditas en la espalda ni aplausos. Siendo real, sin mostrarme distinto de quien soy, evitando los modelos bien aceptados para quedar bien, o siendo consciente -en ese caso- de que estoy actuando, no siendo.
No exigiéndome lo que no soy y lo que no tengo, no comparándome con otros, no creando conflictos innecesarios en mi interior, no forzándome a ser de un modo distinto a como soy, no siendo voluble en función de mi estado de ánimo o de las circunstancias ajenas, no tratando ser el que los demás piensan que soy ni el que quieren que sea.
Cada quien decidirá cómo quiere ser, pero estas son unas buenas opciones.
SER SENCILLO
Aunque me hayan inculcado lo contrario.
La sociedad de consumo, y la educación que recojo de la calle o en mi propia familia, me insinúa que sencillo es equivalente a fracasado. Expresan que hay que ser el mejor, cueste lo que cueste, porque el mundo no es de los mediocres ni de los pusilánimes. En este mundo predomina la competitividad, hay que ser más apto que los demás, hay que destacar, aunque sea llamando la atención con la actitud y los modos, y hay que machacar a quien sea si es necesario para conseguirlo. Eso nos inculcan de algún modo.
Los héroes y los triunfadores son los que destacan y se quiere ser uno de ellos. Hay que ser aparente: tener el mejor coche, la mejor marca de ropa, incluso por encima de lo que me permiten las posibilidades.
Quien es sencillo no encaja en la sociedad actual. Se clasifica como un hippie caducado, una persona sin carácter ni personalidad, un pánfilo, o un esotérico lunático iluminado que está la mayor parte del tiempo en las nubes; en resumen, alguien no muy bien aceptado.
Ser sencillo, en cambio, es ser verdadero, espontáneo, obrar con llaneza, no tener doblez ni engaño, no tener artificio y decir lo que se piensa.
O sea, un Ser natural que se muestra en su forma natural.
Rara avis.
Ser sencillo permite la tranquilidad de no ir cargado del oropel y la pompa que requieren algunos de los personajes que interpretamos. Ser sencillo es Ser Uno Mismo sin preocuparse, sin intentar engañar, sin aparentar lo que no es, aceptando las cosas de la vida, y estando en ella sin hacer mucho ruido.
Es estar relajado ante las cosas que van sucediendo en la vida y aceptarlas como parte de la tarea de vivir.
Es ser natural, accesible, humano.
Es tener claro que casi todo es superfluo.
Es comprender que no necesito “ser algo”, sino simplemente “ser”.
Para ello es necesario Descubrirse, poner en su orden exacto la propia escala de valores y, si es necesario, trazar una nueva en la que se incluya lo que realmente apetezca, aquello que realmente se valore, lo que es importante para uno, y hacer un pacto para autorizarse a ser sencillo. Reconocer que casi todo es sobrante, que las cosas sólo valen lo que uno esté dispuesto a hacer por ellas, que se puede vivir sin ostentaciones y sin hacer ruido, que la naturalidad no requiere ningún esfuerzo y la sencillez es uno de los mejores ingredientes de la naturaleza humana.
Si eres capaz de entender la delicia que es “ser nadie” tendrás más fácil alcanzar y disfrutar la sencillez.
SER AUTÉNTICO
O sea, el legítimo, el verdadero. Espontáneo y natural. Puro. No el que los demás quieren que seas. No una mala imitación, ni una réplica, ni el cincuenta por ciento de lo que puedes llegar a ser, sino el que realmente eres. Si sólo estás siendo una parte de quien realmente eres, aún no eres el auténtico.
Para ello, si es necesario, romperás con lo acostumbrado, romperás la idea errónea de ti. Y tal vez romperás, sin que tú lo decidas, con algunos compañeros de tu entorno, a los que quizás llamas amigos, porque se darán cuenta de cuán lejos de ellos te encuentras y no les interesas siendo auténtico. Y he escrito interesas muy conscientemente, porque sus intereses era lo único que te unía a ellos. Romperás también, esta vez por decisión propia, con todo lo ilusorio, lo provisional, lo falso, los oropeles, lo que carece de base, lo que se rige exclusivamente por intereses o apariencias.
Para ser auténtico tienes que romper con algunas ataduras que parecían lindos lazos y con la idea que tenías de ti y de otras cosas; adquirirás la responsabilidad de tu propia vida de un modo absoluto, te dejarás de lloriqueos y quejas infantiles, y buscarás con ahínco lo natural y profundo que hay en ti.
Todo no son ventajas… por eso decimos de alguien que es auténtico cuando es honrado y es fiel a sus orígenes y convicciones. Cuando podemos decir que es él mismo.
Ser auténtico es poder disfrutar de casi todos los mejores adjetivos de los que disponemos: verdadero, puro, espontáneo, natural, creíble, franco, sincero, leal…
Sin duda, poder ostentar estas cualidades es un argumento más que suficiente para empezar a ser auténtico.
Porque, además, es Ser realmente Uno Mismo, permitirme ser como realmente es.
Ser Uno Mismo es lo máximo.
SER… ¿PERO CUÁNDO?
Siempre. En todos los instantes de todos los momentos.
No hay momentos en los que sí tienes que ser y otros en los que no.
Todos los segundos te pertenecen, todos te van construyendo, todos quedarían vacíos sin ti.
En el proceso de vivir no hay vacaciones.
Puede haber momentos más relajados, de aparente desatención, pero hay que seguir alerta, con la atención afinada, en la tensión serena de la leona a punto de saltar sobre su presa, teniendo la intuición muy pendiente de que la vida es la suma de todos los instantes y de todos los momentos, y todos y cada uno de ellos pueden aportarte la calma, la delicia, los sueños o el éxito.
Cada momento es el momento óptimo de Ser Uno Mismo.
Este Ser Uno Mismo no es un espectáculo que se monta para asombrar a los demás, sino que es el hecho de vivir consecuentemente con los principios básicos que vienen implícitos en cada uno, genéticamente o por la Gracia Divina.
Ser en la ducha, en la conversación más banal, en el mercado, cuando soy amante y cuando soy amado, en todos los segundos que vivo, porque todos me van haciendo y porque todos quedarán huérfanos si yo no estoy en ellos.
Sólo uno puede Ser Uno Mismo. Nadie más. No hay suplente. Sólo la integridad absoluta siempre concede ese título honorable y honorífico.
Y no hay momento menos importante que otro.
Puedes y debes conseguir que en los momentos que aparentemente no pasa nada, sean momentos de un contacto aún más directo contigo mismo, y que sean momentos de una vigilancia que está atenta a no dejar de Ser Uno Mismo, y tienes que seguir siéndolo en los momentos de calma, en los de estruendo y en los de desatención.
Ser siempre, porque sólo los muertos no pueden ser.
SER… ¿PERO PARA QUÉ?
Para cumplir el compromiso adquirido cuando decidiste vivir.
No creo que estar en esta vida sea pura casualidad, ni que sea irrelevante.
Para tu vida es primordial vivir y tu responsabilidad como gobernante es realizarte plenamente, acumular el máximo de momentos de felicidad, sentirte a gusto y en paz, tener un concepto justo y equitativo de ti mismo, despertarte sin miedos y acostarte con la conciencia tranquila.
Todo esto sólo se consigue desde la integridad total, para eso hay que Ser Uno Mismo, para no ser un usurpador, un parásito, un derrocador del maravilloso acto de vivir desde la mejor opción de Ser Uno Mismo y disfrutarlo.
¿QUÉ ES SER UNO MISMO?
Es el proceso de Desarrollo y Actualización de lo que se es por sí mismo, en esencia. Sacarlo a la luz en su plenitud, y no sólo pequeños retazos.
Este trabajo se realiza desde adentro hacia afuera. Se hace en el interior y se manifiesta en el exterior, teniendo clara la premisa de que cuanto más ejercitamos lo que somos más se desarrolla.
La forma de averiguarnos es preguntándose a menudo. ¿Estoy siendo realmente yo mismo?
¿Expreso mi integridad en la que se aúnan el hecho de habitar en este mundo con el de no renunciar a mí ni a mi espiritualidad?
¿Dedico tiempo a Descubrirme para saber quién soy?
¿Soy yo mismo aún en presencia de otras personas y en todas las ocasiones?
No hay que olvidar que vivimos en un mundo de prohibiciones, expresas o sutiles, y que socialmente está casi prohibido Ser Uno Mismo, y se acepta mejor ser lo que se espera de uno, o ser lo que es más conveniente ser.
PARA OBSERVAR
Quizás se te ocurra preguntar: ¿cómo o cuándo se sabe que uno ya Es Uno Mismo?
No te preocupes. Tranquilo. Cuando lo seas, los demás te lo harán saber, incluso en alguna ocasión con cierto disgusto por su parte, pero, sobre todo, el más fiable eres tú, que cuando ya lo seas te darás cuenta de un modo irrefutable.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Ser Uno Mismo es una propuesta.
Ser nadie, es otra.
Quizás el mejor servicio que se puede hacer al mundo sea que desaparezca el “yo”. Entonces podrías quedar convertido en vehículo de lo divino.
Si te pones al servicio de Él, te llevará por donde debas ir.
Una propuesta interesante aunque desconcertante…
RESUMIENDO
A esto venimos al mundo: a Ser Uno Mismo. Es tu tarea cósmica o tu reto espiritual, o lo más humano y crudo que te puedas imaginar: has venido a ser el que nadie más puede ser, el que has sido destinado a ser. Búscate en tu esencia, y no te prives de mostrar al mundo a ese ser maravilloso.
Francisco de Sales
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Francisco de Sales- Cantidad de envíos : 1696
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