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CAPÍTULO 8 - ¿QUIÉN SOY? o ¿QUIÉN ESTOY SIENDO? (2ª parte)
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CAPÍTULO 8 - ¿QUIÉN SOY? o ¿QUIÉN ESTOY SIENDO? (2ª parte)
CAPÍTULO 8 - ¿QUIÉN SOY? o ¿QUIÉN ESTOY SIENDO?
(2ª parte)
PENSAMIENTOS
Hasta ahora no he tenido tiempo de atenderme, o no he tenido la suficiente rabia o cordura como para dejarlo todo quieto y esperando, porque todo puede esperar; en mi escala de valores ahora soy primordial, y no deseo seguir aplazando el encuentro. ¿Quién soy? No lo sé. “¿Quién soy yo?” implica ser persona y no sé si soy persona ni si eso es importante. “¿Quién es yo?” me da un punto de observación distinto: me permite ver a ese yo desde fuera, como si no fuera yo, y no me implica. “¿Qué es yo?” me hace sentir un científico o un filósofo, y me aleja aún más del sujeto que es yo. Aún no lo sé. Quizás no lo sepa nunca, pero a pesar de todo voy a repetirme las preguntas, y no a la búsqueda obsesiva de sus respuestas sino como preguntas abiertas que sean el prólogo de otras muchas, o el comienzo de rodeos mentales que me acaben llevando a lo que realmente me importa en este momento.
VISTO DE OTRO MODO
¿Quién soy yo? es una pregunta que propone un reto casi adictivo a nuestro intelecto.
El hecho de querer encontrar una respuesta a la altura de la pregunta, o sea brillante y sorprendente, que sea nueva y definitiva, que no haya pasado antes por ninguna otra cabeza, es frustrante y frena el proceso de auto-conocimiento.
Es peor de lo que parece, porque uno se obsesiona con ella y se estanca, ya que busca la solución en la cabeza, y no es ahí donde está.
Y puede pasar algo que es peor aún, y es el hecho de encontrarle una respuesta y conformarse con ella, creyendo que por el hecho de tenerla ya está todo resuelto.
Esto no es cierto.
Responder a esta pregunta con una frase, por muy intelectual que sea, aunque se pueda enmarcar y formar parte de los libros de frases célebres, nada aporta al desarrollo personal. La pregunta debe empujar a un proceso en el que no importe “quién soy”, sino “quién o cómo no quiero ser”, o “quién intuyo que soy”, o más directamente, “cómo estoy siendo”.
Mejor sería comenzar por todo un proceso de auto-conocimiento que comienza por averiguar por qué estoy siendo así.
O bien: ¿cómo me siento a mí mismo?
No “quién soy yo”, sino “quién debería ser” o “quién he de ser yo” o también “quién podría llegar a ser yo”, o te puedes montar tu propia pregunta, la que vaya mejor con tu forma de ser y te abra más caminos.
Te lo pongo fácil, dejo un espacio entre dos signos de interrogación y tú metes dentro tu propia pregunta: ¿…………………………………………..?
(Más adelante, cuando hayas sanado el alma, y seas una persona íntegra, y no un personaje, cuando te sientas pleno y sin resquicios, y más como un juego que otra cosa, puedes retomar la pregunta).
¿Quién estoy siendo?
Esta pregunta está mejor encarrilada.
Se aproxima más a tu realidad, porque casi nunca se es el que realmente uno es, sino el que actúa, el que no sabe qué es o no sabe quién es, el que ha llegado hasta el momento actual del modo que ha podido, siempre con la mejor voluntad y casi nunca con sabiduría.
Eres una cosa -que no sabes explicar-, pero estás siendo otra cosa que, en realidad, tampoco sabes qué o quién es.
Te mueves en un mundo de desconocidos.
Convives contigo sin saber quién eres.
Y mientras no descubras quién eres, no podrás llegar a serlo.
¿Estoy siendo el que Soy o el que creo ser?
En el capítulo de yo-yoes tienes muchas pistas para responder esta pregunta.
¿Quién tengo que ser?
Vaya pregunta más tonta.
Tienes que ser el que realmente eres, y no el que estás siendo (porque si estás leyendo esto es porque no estás siendo tú mismo, si ya fueras tú mismo estarías haciendo ahora otra cosa y con mucha tranquilidad).
La respuesta ha de ser personal, tuya, aunque coincida con otras, pero es imprescindible que haya salido de ti.
Creo que no has de conformarte con otra por muy bien redactada que esté o por muy inteligente que aparente ser.
Si no es TU respuesta no la vas a sentir como tuya. Aunque no te des cuenta, siempre te va a parecer que es una orden que viene de fuera, algo que te pretenden imponer, o te va a parecer que la has robado o tomado prestada, pero seguirá sin ser la respuesta interior que satisfaga y acalle a la pregunta interior. La pregunta interior requiere una respuesta interior.
Para la pregunta esa no será SU respuesta, sino otra respuesta más, y seguirá reclamando la que auténticamente le complazca, porque es a ti a quien le ha hecho la pregunta y no a otro, y es tu respuesta la que quiere.
Ten cuidado, lo repito otra vez, de no conformarte con una respuesta para salir del paso y dar por terminado el interrogatorio. No te conformes con una definición porque NO ERES una definición. Y es casi mejor un silencio por respuesta, mientras esperas la buena, que una de compromiso.
Cuidado con quedarte sólo en las palabras, porque las palabras son sólo palabras. No te quedes aferrado a la idea que tienes de ti, sino que investiga, observa, atiende, fíjate, siente, razona… no te quedes con el que te identificas, porque ese no eres, y ese es el que te impide ser Tú Mismo.
No te asombres al tener que reconocer que, aunque no siempre eres igual, en tu esencia siempre eres igual.
Y no te sorprendas al descubrir quién no eres, y acoge bien, cuando le descubras, al que realmente sí eres.
¿Quieres un poco más de información? mira en el capítulo yo-yoes.
ATENCIÓN
¿QUIÉN SOY YO?
Cierra los ojos. No temas esa falta de ver la cosas porque, a partir de cerrar los ojos es cuando empiezas tú. Eso eres. Lo que ves con los ojos abiertos es lo ajeno, es lo demás, es lo otro. Lo importante es lo que queda detrás de los párpados. Ese silencio denso y tenso -a veces-, esas preguntas incontestadas, los nervios, el temor, la inseguridad, la duda de poder seguir adelante. Todo eso eres tú.
Ahora aprende el oficio de escucharte. Vacía tu mente. No escuches sólo a tu consciencia, y atiende a tu conciencia. Escucha a ese lo que sea que te habla con frases mudas. Quita la carga de tus pensamientos. Permite que hable tu sabiduría. Confía en ella. Déjala que te recuerde todo lo que ya sabes. Deja que te recuerde los dones que Dios te dio.
Para encontrarte contigo puedes estar con los ojos cerrados o abrirlos todo lo posible; quemar inciensos o aspirar el humo de los coches; apagar las luces o ponerte de cara al sol; sentarte en tu sillón favorito o caminar entre el tráfico. Nada debe distraerte, sino que debes estar en una actitud de atención constante.
Estate atento a tu interior cuando reclame tu atención. Atento a cuanto veas, llores, sientas, sufras, sueñes, vibres... búscate cuando estés a solas, no te niegues: existes. Eres. Vives.
Enfréntate. Pregúntate. No temas la vaciedad de tus monólogos inexpertos, deja que nazcan las primeras respuestas sinceras, aunque suenen pobres o cortas.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
¿Y si la pregunta es sólo un koan, una distracción?
¿Y si es sólo el modo de ir hacia otras preguntas más profundas que quién soy yo?
¿Y si la respuesta no es racional, sino emocional?
¿Y si no hay que responderla, sino solamente sentirla?
¿Y si es la duda de quién soy yo, y no la respuesta, la que me mantiene activo?
Porque se pueden dar muchas respuestas que probablemente sean ciertas: soy el espermatozoide que ganó la carrera, soy un ser galáctico incorporado al planeta Tierra, soy una porción de luz cósmica, soy polvo, soy un pobre desgraciado, soy nadie, soy el que se perdió, soy una miniatura de Dios, etc.
No es mala idea tratar de identificarse con el alma, la parte más noble y sincera en nosotros, porque el cuerpo, la mente, y las emociones, sirven para mostrarse y manifestar lo que uno quiera, pero uno es algo más o mucho más que el cuerpo.
MIS PENSAMIENTOS
El día que no haga caso a mis miedos y sus gritos, estaré siendo Yo. El día que me rompa sin importarme luego, estaré siendo Yo. El día que no me preocupe por el paso de los años porque estaré pendiente sólo de vivir mi vida, estaré siendo Yo. El día que no crea en los calendarios, ni en las metas, ni en los triunfos, ni en que debo seguir siendo cautivo, estaré siendo Yo. El día que me vuelva sordo a los elogios y los aplausos, estaré siendo Yo. El día que comience a buscar a Yo, estaré siendo más Yo.
Mientras llega ese día, preparo un lugar en mi conciencia, un nido en el corazón, ensayo una sonrisa para que se vaya convirtiendo en perenne, y voy preparando un vacío para que cuando Yo llegue encuentre todo tal como lo dejó el día que yo mismo le eché.
NO SOY
Muchas veces resulta más fácil responder a una pregunta complicada eliminando lo que no. Si uno sabe lo que no es por eliminación puede ir llegando a saber lo que sí es. Si averiguo todo lo que no soy, el resto es lo que sí soy.
Quizás tampoco soy nada de lo que puedo llamar mi o mío: no soy mis pensamientos, no soy mi cuerpo, no soy mi mente, puesto que “algo” se da cuenta de ellos.
Ese “algo” que se da cuenta, ese soy yo.
RESUMIENDO
¿Quién soy yo? es algo que siempre estarás intentado averiguar, porque eres interminable y tienes miles de aspectos por descubrir, pero eres la esencia, lo idéntico, lo puro, lo divino, el humano… eres mil cosas.
¿Quién estoy siendo? es más notable, más fácil de ver. Eres el que se está manifestando ahora, el que está sobreviviendo, el que hace lo que puede, el que se preocupa de ser él mismo, el fruto de una pésima educación… también el que ves y sientes ahora, aunque no del todo...
Sólo un proceso de Descubrimiento y Realización hará brotar al que eres en el lugar del que estás siendo.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html
(2ª parte)
PENSAMIENTOS
Hasta ahora no he tenido tiempo de atenderme, o no he tenido la suficiente rabia o cordura como para dejarlo todo quieto y esperando, porque todo puede esperar; en mi escala de valores ahora soy primordial, y no deseo seguir aplazando el encuentro. ¿Quién soy? No lo sé. “¿Quién soy yo?” implica ser persona y no sé si soy persona ni si eso es importante. “¿Quién es yo?” me da un punto de observación distinto: me permite ver a ese yo desde fuera, como si no fuera yo, y no me implica. “¿Qué es yo?” me hace sentir un científico o un filósofo, y me aleja aún más del sujeto que es yo. Aún no lo sé. Quizás no lo sepa nunca, pero a pesar de todo voy a repetirme las preguntas, y no a la búsqueda obsesiva de sus respuestas sino como preguntas abiertas que sean el prólogo de otras muchas, o el comienzo de rodeos mentales que me acaben llevando a lo que realmente me importa en este momento.
VISTO DE OTRO MODO
¿Quién soy yo? es una pregunta que propone un reto casi adictivo a nuestro intelecto.
El hecho de querer encontrar una respuesta a la altura de la pregunta, o sea brillante y sorprendente, que sea nueva y definitiva, que no haya pasado antes por ninguna otra cabeza, es frustrante y frena el proceso de auto-conocimiento.
Es peor de lo que parece, porque uno se obsesiona con ella y se estanca, ya que busca la solución en la cabeza, y no es ahí donde está.
Y puede pasar algo que es peor aún, y es el hecho de encontrarle una respuesta y conformarse con ella, creyendo que por el hecho de tenerla ya está todo resuelto.
Esto no es cierto.
Responder a esta pregunta con una frase, por muy intelectual que sea, aunque se pueda enmarcar y formar parte de los libros de frases célebres, nada aporta al desarrollo personal. La pregunta debe empujar a un proceso en el que no importe “quién soy”, sino “quién o cómo no quiero ser”, o “quién intuyo que soy”, o más directamente, “cómo estoy siendo”.
Mejor sería comenzar por todo un proceso de auto-conocimiento que comienza por averiguar por qué estoy siendo así.
O bien: ¿cómo me siento a mí mismo?
No “quién soy yo”, sino “quién debería ser” o “quién he de ser yo” o también “quién podría llegar a ser yo”, o te puedes montar tu propia pregunta, la que vaya mejor con tu forma de ser y te abra más caminos.
Te lo pongo fácil, dejo un espacio entre dos signos de interrogación y tú metes dentro tu propia pregunta: ¿…………………………………………..?
(Más adelante, cuando hayas sanado el alma, y seas una persona íntegra, y no un personaje, cuando te sientas pleno y sin resquicios, y más como un juego que otra cosa, puedes retomar la pregunta).
¿Quién estoy siendo?
Esta pregunta está mejor encarrilada.
Se aproxima más a tu realidad, porque casi nunca se es el que realmente uno es, sino el que actúa, el que no sabe qué es o no sabe quién es, el que ha llegado hasta el momento actual del modo que ha podido, siempre con la mejor voluntad y casi nunca con sabiduría.
Eres una cosa -que no sabes explicar-, pero estás siendo otra cosa que, en realidad, tampoco sabes qué o quién es.
Te mueves en un mundo de desconocidos.
Convives contigo sin saber quién eres.
Y mientras no descubras quién eres, no podrás llegar a serlo.
¿Estoy siendo el que Soy o el que creo ser?
En el capítulo de yo-yoes tienes muchas pistas para responder esta pregunta.
¿Quién tengo que ser?
Vaya pregunta más tonta.
Tienes que ser el que realmente eres, y no el que estás siendo (porque si estás leyendo esto es porque no estás siendo tú mismo, si ya fueras tú mismo estarías haciendo ahora otra cosa y con mucha tranquilidad).
La respuesta ha de ser personal, tuya, aunque coincida con otras, pero es imprescindible que haya salido de ti.
Creo que no has de conformarte con otra por muy bien redactada que esté o por muy inteligente que aparente ser.
Si no es TU respuesta no la vas a sentir como tuya. Aunque no te des cuenta, siempre te va a parecer que es una orden que viene de fuera, algo que te pretenden imponer, o te va a parecer que la has robado o tomado prestada, pero seguirá sin ser la respuesta interior que satisfaga y acalle a la pregunta interior. La pregunta interior requiere una respuesta interior.
Para la pregunta esa no será SU respuesta, sino otra respuesta más, y seguirá reclamando la que auténticamente le complazca, porque es a ti a quien le ha hecho la pregunta y no a otro, y es tu respuesta la que quiere.
Ten cuidado, lo repito otra vez, de no conformarte con una respuesta para salir del paso y dar por terminado el interrogatorio. No te conformes con una definición porque NO ERES una definición. Y es casi mejor un silencio por respuesta, mientras esperas la buena, que una de compromiso.
Cuidado con quedarte sólo en las palabras, porque las palabras son sólo palabras. No te quedes aferrado a la idea que tienes de ti, sino que investiga, observa, atiende, fíjate, siente, razona… no te quedes con el que te identificas, porque ese no eres, y ese es el que te impide ser Tú Mismo.
No te asombres al tener que reconocer que, aunque no siempre eres igual, en tu esencia siempre eres igual.
Y no te sorprendas al descubrir quién no eres, y acoge bien, cuando le descubras, al que realmente sí eres.
¿Quieres un poco más de información? mira en el capítulo yo-yoes.
ATENCIÓN
¿QUIÉN SOY YO?
Cierra los ojos. No temas esa falta de ver la cosas porque, a partir de cerrar los ojos es cuando empiezas tú. Eso eres. Lo que ves con los ojos abiertos es lo ajeno, es lo demás, es lo otro. Lo importante es lo que queda detrás de los párpados. Ese silencio denso y tenso -a veces-, esas preguntas incontestadas, los nervios, el temor, la inseguridad, la duda de poder seguir adelante. Todo eso eres tú.
Ahora aprende el oficio de escucharte. Vacía tu mente. No escuches sólo a tu consciencia, y atiende a tu conciencia. Escucha a ese lo que sea que te habla con frases mudas. Quita la carga de tus pensamientos. Permite que hable tu sabiduría. Confía en ella. Déjala que te recuerde todo lo que ya sabes. Deja que te recuerde los dones que Dios te dio.
Para encontrarte contigo puedes estar con los ojos cerrados o abrirlos todo lo posible; quemar inciensos o aspirar el humo de los coches; apagar las luces o ponerte de cara al sol; sentarte en tu sillón favorito o caminar entre el tráfico. Nada debe distraerte, sino que debes estar en una actitud de atención constante.
Estate atento a tu interior cuando reclame tu atención. Atento a cuanto veas, llores, sientas, sufras, sueñes, vibres... búscate cuando estés a solas, no te niegues: existes. Eres. Vives.
Enfréntate. Pregúntate. No temas la vaciedad de tus monólogos inexpertos, deja que nazcan las primeras respuestas sinceras, aunque suenen pobres o cortas.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
¿Y si la pregunta es sólo un koan, una distracción?
¿Y si es sólo el modo de ir hacia otras preguntas más profundas que quién soy yo?
¿Y si la respuesta no es racional, sino emocional?
¿Y si no hay que responderla, sino solamente sentirla?
¿Y si es la duda de quién soy yo, y no la respuesta, la que me mantiene activo?
Porque se pueden dar muchas respuestas que probablemente sean ciertas: soy el espermatozoide que ganó la carrera, soy un ser galáctico incorporado al planeta Tierra, soy una porción de luz cósmica, soy polvo, soy un pobre desgraciado, soy nadie, soy el que se perdió, soy una miniatura de Dios, etc.
No es mala idea tratar de identificarse con el alma, la parte más noble y sincera en nosotros, porque el cuerpo, la mente, y las emociones, sirven para mostrarse y manifestar lo que uno quiera, pero uno es algo más o mucho más que el cuerpo.
MIS PENSAMIENTOS
El día que no haga caso a mis miedos y sus gritos, estaré siendo Yo. El día que me rompa sin importarme luego, estaré siendo Yo. El día que no me preocupe por el paso de los años porque estaré pendiente sólo de vivir mi vida, estaré siendo Yo. El día que no crea en los calendarios, ni en las metas, ni en los triunfos, ni en que debo seguir siendo cautivo, estaré siendo Yo. El día que me vuelva sordo a los elogios y los aplausos, estaré siendo Yo. El día que comience a buscar a Yo, estaré siendo más Yo.
Mientras llega ese día, preparo un lugar en mi conciencia, un nido en el corazón, ensayo una sonrisa para que se vaya convirtiendo en perenne, y voy preparando un vacío para que cuando Yo llegue encuentre todo tal como lo dejó el día que yo mismo le eché.
NO SOY
Muchas veces resulta más fácil responder a una pregunta complicada eliminando lo que no. Si uno sabe lo que no es por eliminación puede ir llegando a saber lo que sí es. Si averiguo todo lo que no soy, el resto es lo que sí soy.
Quizás tampoco soy nada de lo que puedo llamar mi o mío: no soy mis pensamientos, no soy mi cuerpo, no soy mi mente, puesto que “algo” se da cuenta de ellos.
Ese “algo” que se da cuenta, ese soy yo.
RESUMIENDO
¿Quién soy yo? es algo que siempre estarás intentado averiguar, porque eres interminable y tienes miles de aspectos por descubrir, pero eres la esencia, lo idéntico, lo puro, lo divino, el humano… eres mil cosas.
¿Quién estoy siendo? es más notable, más fácil de ver. Eres el que se está manifestando ahora, el que está sobreviviendo, el que hace lo que puede, el que se preocupa de ser él mismo, el fruto de una pésima educación… también el que ves y sientes ahora, aunque no del todo...
Sólo un proceso de Descubrimiento y Realización hará brotar al que eres en el lugar del que estás siendo.
Francisco de Sales
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Francisco de Sales- Cantidad de envíos : 1696
Fecha de inscripción : 15/12/2012
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