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CAPÍTULO 7 – LA PERSONA Y EL PERSONAJE
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CAPÍTULO 7 – LA PERSONA Y EL PERSONAJE
CAPÍTULO 7 – LA PERSONA Y EL PERSONAJE
Este es el capítulo 7 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
La palabra persona viene del latín persona, que significa “máscara de actor” o “personaje teatral”, y que a su vez proviene del griego prosopos (pros = delante, opos = cara): delante de la cara.
En cualquier caso, hace referencia a las máscaras que usaban los actores en los teatros griegos. Estas máscaras tenían muy exagerados los gestos de la boca (de alegría, tristeza, asombro…) para que los espectadores pudieran ver con más claridad qué es lo que querían representar. A su vez, tapaban la verdadera realidad física de la persona suplantándola con la máscara.
De la palabra persona, se deriva personaje: “cada uno de los seres humanos, sobrenaturales, simbólicos, etc., que intervienen en una obra literaria, teatral o cinematográfica”.
Para entendernos, aceptamos que persona es el ser humano natural y personaje es la persona cuando no es ella misma y está actuando. Los personajes son, por definición, seres de ficción.
Muy pocas veces somos nosotros mismos naturales. La mayoría del tiempo estamos representando el personaje que se espera de nosotros, o sea el personaje que espera y aceptará bien aquel con quien nos estemos relacionando en cada momento.
Los demás, generalmente, nos imponen –o pretenden imponernos- un papel que tenemos que representar para agradarles, y así nuestro jefe quiere que seamos de cierta forma –obedientes, ligeramente sumisos- y no nos aceptará de otra forma, lo mismo que nuestra madre, nuestra pareja, las normas y la sociedad, o cada uno de nuestros amigos…
Nos parece algo normal y, casi sin darnos cuenta y en función de dónde o con quién estemos, nos vamos cambiando de máscara: vamos cambiando de personaje.
Y esto sucede muchas veces a lo largo del día; se ha convertido en algo tan habitual que no le damos importancia, que nos parece normal. Nos hemos acostumbrado.
Casi nunca somos nosotros mismos porque casi nadie nos acepta en nuestra realidad absoluta. Pocas veces nos podemos mostrar como realmente somos.
No es malo dejar de ser persona para ser personaje... si es durante un tiempo limitado y uno lo hace conscientemente. En muchos casos, es absolutamente necesario y muy conveniente. Es imprescindible tener claro que uno no es el personaje, sino que está actuando, temporalmente, como el personaje.
Los actores profesionales lo tienen muy claro, y cuando acaban cada toma de la película, o cuando baja el telón, se quitan la máscara, dejan al personaje colgado de la percha, y vuelven a ser ellos mismos.
Nosotros, muy a menudo, nos quedamos enganchados en el personaje porque creemos ser el personaje.
ATENCIÓN
Cualquier persona es absolutamente egoísta, del todo sincera, cruel, tierna, estúpida, inocente, sencilla, insegura e intachable.
Todos, en algún momento, somos absolutamente así.
Las personas, generalmente, actuamos de la mejor manera que conocemos y podemos, dentro de las circunstancias personales de cada uno, y en ese caso somos intachables. Es cierto que esa manera no tiene porqué coincidir con la que los demás esperan o desearían, y en ese caso, a los ojos de los otros, ya no somos tan intachables sino que somos los portadores de cualquiera de los adjetivos desagradables y malhumorados que nos quieran adjudicar.
Ser bueno o malo debiera ser sólo cuestión de intención y voluntad. Si uno es malo a conciencia, lo es sin ninguna duda. Si uno es malo sin querer ni sospecharlo, hay que revisar el adjetivo que le corresponde.
Hay que confiar en la buena voluntad de las personas, exceptuando los que, mediante sus intenciones y actos, son declaradamente malvados o delincuentes.
Muchas veces, más que malos, somos víctimas de la educación que nos dieron, y aún no hemos tenido tiempo de Despertar y Descubrirnos como realmente somos.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Hay que tener cuidado con dejar de ser persona en algún momento para considerarse únicamente como parte del conjunto de la humanidad. Es cierto que formamos parte de ella, y que somos una parte importante, pero, por encima de todo somos nosotros mismos. Hay que tener claro quién es uno. Estar haciendo el Camino del Descubrimiento enseña, ineludiblemente, que los demás son muy importantes para nosotros; imprescindibles, pero hemos de tener cuidado de ser nosotros mismos y no ser quienes los demás quieren que seamos, y no ser como los demás dicen que somos.
ATENCIÓN
Las personas, vistas con los ojos de un marciano, somos una sorprendente curiosidad: generalmente, nos conformamos con una vida que no sea excesivamente complicada, y casi con que sea soportable y poco más nos vale. No nos fijamos en nuestra falta de voluntad y de control. No pensamos a menudo en la muerte, con lo que ello tiene de enriquecedor para ser más conscientes de la vida. Nos dejamos controlar por las circunstancias ajenas y somos capaces de mentir con naturalidad. Dejamos que nos controlen los deseos, que en muchos casos son desordenados y de imposible realización, y después nos causan un pesarosa frustración. Predicamos una cosa y hacemos la contraria. Desatendemos a los seres queridos y no valoramos en su justa medida las gracias y favores que nos hacen los demás. Somos volubles, tardamos en madurar, no le prestamos la suficiente atención a la vida. Sabemos que se van gastando los años pero hacemos poco por llenarlos de intensidad, de realidad, de gente querida y de grandes satisfacciones. Nos callamos muchas veces los sentimientos que profesamos hacia los otros, y damos demasiadas cosas por supuestas. Nos falta constancia, lucidez en el pensar, pasión en los hechos y fe en nosotros mismos. Las cosas extraordinarias nos parecen poca cosa, y no permitimos a nuestras emociones que se manifiesten con naturalidad e intensidad.
Así somos.
Y así seremos hasta que la persona decida no seguir siendo así.
Todo lo que he escrito corresponde a las actitudes del personaje. Las personas somos mucho más íntegras y tenemos más altas miras. Una persona no se comportaría del modo que he relatado.
RESUMIENDO
Estás en un proceso de “darte cuenta”. Obsérvate y empezarás a reconocer a los personajes, y verás qué poco de persona se manifiesta habitualmente en ti.
Dejar de ser esos personajes –o serlo conscientemente y de un modo controlado- depende exclusivamente de ti.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html
Este es el capítulo 7 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
La palabra persona viene del latín persona, que significa “máscara de actor” o “personaje teatral”, y que a su vez proviene del griego prosopos (pros = delante, opos = cara): delante de la cara.
En cualquier caso, hace referencia a las máscaras que usaban los actores en los teatros griegos. Estas máscaras tenían muy exagerados los gestos de la boca (de alegría, tristeza, asombro…) para que los espectadores pudieran ver con más claridad qué es lo que querían representar. A su vez, tapaban la verdadera realidad física de la persona suplantándola con la máscara.
De la palabra persona, se deriva personaje: “cada uno de los seres humanos, sobrenaturales, simbólicos, etc., que intervienen en una obra literaria, teatral o cinematográfica”.
Para entendernos, aceptamos que persona es el ser humano natural y personaje es la persona cuando no es ella misma y está actuando. Los personajes son, por definición, seres de ficción.
Muy pocas veces somos nosotros mismos naturales. La mayoría del tiempo estamos representando el personaje que se espera de nosotros, o sea el personaje que espera y aceptará bien aquel con quien nos estemos relacionando en cada momento.
Los demás, generalmente, nos imponen –o pretenden imponernos- un papel que tenemos que representar para agradarles, y así nuestro jefe quiere que seamos de cierta forma –obedientes, ligeramente sumisos- y no nos aceptará de otra forma, lo mismo que nuestra madre, nuestra pareja, las normas y la sociedad, o cada uno de nuestros amigos…
Nos parece algo normal y, casi sin darnos cuenta y en función de dónde o con quién estemos, nos vamos cambiando de máscara: vamos cambiando de personaje.
Y esto sucede muchas veces a lo largo del día; se ha convertido en algo tan habitual que no le damos importancia, que nos parece normal. Nos hemos acostumbrado.
Casi nunca somos nosotros mismos porque casi nadie nos acepta en nuestra realidad absoluta. Pocas veces nos podemos mostrar como realmente somos.
No es malo dejar de ser persona para ser personaje... si es durante un tiempo limitado y uno lo hace conscientemente. En muchos casos, es absolutamente necesario y muy conveniente. Es imprescindible tener claro que uno no es el personaje, sino que está actuando, temporalmente, como el personaje.
Los actores profesionales lo tienen muy claro, y cuando acaban cada toma de la película, o cuando baja el telón, se quitan la máscara, dejan al personaje colgado de la percha, y vuelven a ser ellos mismos.
Nosotros, muy a menudo, nos quedamos enganchados en el personaje porque creemos ser el personaje.
ATENCIÓN
Cualquier persona es absolutamente egoísta, del todo sincera, cruel, tierna, estúpida, inocente, sencilla, insegura e intachable.
Todos, en algún momento, somos absolutamente así.
Las personas, generalmente, actuamos de la mejor manera que conocemos y podemos, dentro de las circunstancias personales de cada uno, y en ese caso somos intachables. Es cierto que esa manera no tiene porqué coincidir con la que los demás esperan o desearían, y en ese caso, a los ojos de los otros, ya no somos tan intachables sino que somos los portadores de cualquiera de los adjetivos desagradables y malhumorados que nos quieran adjudicar.
Ser bueno o malo debiera ser sólo cuestión de intención y voluntad. Si uno es malo a conciencia, lo es sin ninguna duda. Si uno es malo sin querer ni sospecharlo, hay que revisar el adjetivo que le corresponde.
Hay que confiar en la buena voluntad de las personas, exceptuando los que, mediante sus intenciones y actos, son declaradamente malvados o delincuentes.
Muchas veces, más que malos, somos víctimas de la educación que nos dieron, y aún no hemos tenido tiempo de Despertar y Descubrirnos como realmente somos.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Hay que tener cuidado con dejar de ser persona en algún momento para considerarse únicamente como parte del conjunto de la humanidad. Es cierto que formamos parte de ella, y que somos una parte importante, pero, por encima de todo somos nosotros mismos. Hay que tener claro quién es uno. Estar haciendo el Camino del Descubrimiento enseña, ineludiblemente, que los demás son muy importantes para nosotros; imprescindibles, pero hemos de tener cuidado de ser nosotros mismos y no ser quienes los demás quieren que seamos, y no ser como los demás dicen que somos.
ATENCIÓN
Las personas, vistas con los ojos de un marciano, somos una sorprendente curiosidad: generalmente, nos conformamos con una vida que no sea excesivamente complicada, y casi con que sea soportable y poco más nos vale. No nos fijamos en nuestra falta de voluntad y de control. No pensamos a menudo en la muerte, con lo que ello tiene de enriquecedor para ser más conscientes de la vida. Nos dejamos controlar por las circunstancias ajenas y somos capaces de mentir con naturalidad. Dejamos que nos controlen los deseos, que en muchos casos son desordenados y de imposible realización, y después nos causan un pesarosa frustración. Predicamos una cosa y hacemos la contraria. Desatendemos a los seres queridos y no valoramos en su justa medida las gracias y favores que nos hacen los demás. Somos volubles, tardamos en madurar, no le prestamos la suficiente atención a la vida. Sabemos que se van gastando los años pero hacemos poco por llenarlos de intensidad, de realidad, de gente querida y de grandes satisfacciones. Nos callamos muchas veces los sentimientos que profesamos hacia los otros, y damos demasiadas cosas por supuestas. Nos falta constancia, lucidez en el pensar, pasión en los hechos y fe en nosotros mismos. Las cosas extraordinarias nos parecen poca cosa, y no permitimos a nuestras emociones que se manifiesten con naturalidad e intensidad.
Así somos.
Y así seremos hasta que la persona decida no seguir siendo así.
Todo lo que he escrito corresponde a las actitudes del personaje. Las personas somos mucho más íntegras y tenemos más altas miras. Una persona no se comportaría del modo que he relatado.
RESUMIENDO
Estás en un proceso de “darte cuenta”. Obsérvate y empezarás a reconocer a los personajes, y verás qué poco de persona se manifiesta habitualmente en ti.
Dejar de ser esos personajes –o serlo conscientemente y de un modo controlado- depende exclusivamente de ti.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html
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Fecha de inscripción : 15/12/2012

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