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PERDONAR ES UN SENTIMIENTO, NO UNA PALABRA
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PERDONAR ES UN SENTIMIENTO, NO UNA PALABRA
PERDONAR ES UN SENTIMIENTO, NO SÓLO UNA PALABRA
En mi opinión, todavía quedan muchas personas que no tienen claro qué es eso de perdonar.
Se conforman con decir “te perdono”, y con eso creen que ya está resuelto el asunto. Lo único que consiguen con eso es distraer a su conciencia, que les está incordiando exigiendo una revisión y reparación de los hechos que han sucedido. Se auto-engañan.
Perdonar, en demasiadas ocasiones no es más que un acto de soberbia (Soberbia: Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás), un acto de orgullo (Orgullo: Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele conllevar sentimiento de superioridad), por el que uno mira al perdonado por encima del hombro, con altanería, haciéndole ver que “yo soy perfecto, admirable, y tú eres reprochable, indigno, y eres menos que yo”.
Es recomendable revisar cómo ha actuado cada uno cuando ha “perdonado”, para saber si es que ha perdonado realmente o si se ha quedado en un paseo triunfal de su ego acompañado del brazo de esa caridad cristiana que hay que mostrar de vez en cuando.
O si, apropiadamente, se ha dado cuenta de que las otras personas no siempre aciertan con sus actos –como nos pasa a nosotros también-, y a veces –aunque nos desagrade lo que ha sucedido- no había intención por la otra parte de hacer daño, y hasta hay argumentos razonables que podían explicar por qué el otro hizo lo que hizo… pero… un ego muy susceptible lo ha sentido como un ataque directo e intencionado por lo cual se le hace difícil perdonar.
El perdón se basa en la comprensión del hecho. Si se llega a comprender viéndolo sin implicación personal, objetivamente, puede resultar más sencillo hacerlo. Y si se mira desde el punto de vista de la otra persona, desde sus circunstancias y condicionamientos, es posible descubrir algo que desde nuestros ojos no se ve.
Los casos en que el otro ha hecho un daño intencionadamente, siendo consciente de lo que estaba provocando con su acción, no siempre son merecedores de un perdón. A mí eso de perdonar “setenta veces siete”, en algunos casos me parece que es difícil/imposible realizar.
Porque el perdón no es una palabra: es un sentimiento.
Y si no lo sientes de verdad, no sirve. No es perdón: es hipocresía.
“Yo perdono pero no olvido” es de lo más absurdo.
Si se mantiene el hecho en el recuerdo, es muy posible que se recuerde junto con los sentimientos que produjo, y aunque uno diga de boquilla que perdona, lo cierto es que mantiene el hecho vivo por si algún momento aparece la ocasión de ¿vengarse?
Sólo tiene sentido la frase si uno añade una coletilla, o un paréntesis, donde diga: “No olvido que en una ocasión, intencionadamente, actuaste contra mí para perjudicarme”. En este caso está bien tener prevención, por si acaso se repite, pero también –y aún pecando de inocentes o bien pensados- hay que dar una oportunidad –con cuidado- de que demuestre que en otra ocasión será distinto.
Perdonar es el acto de relacionarse desde el Ser Humano que uno es hacia el Ser Humano que el otro es. La vida de ambos es un camino de aprendizaje en el que empezamos con las alforjas vacías, y cada uno va metiendo en ellas lo que la vida le ofrece y él es capaz de coger, o sus propias creaciones hechas a partir de la reflexión y la experiencia, y no siempre nuestra escala de valores o nuestros principios coinciden con los del otro, por lo que el hecho de que el otro actúe de un modo distinto al modo que uno mismo hubiese utilizado es algo común.
Es conveniente aceptar las acciones del otro que nos llevaron a sentirnos enojados o heridos. El que odia sufre más que el odiado. El odiado puede olvidar sus hechos y quedarse desalterado, pero el que odia mantiene vivo el resentimiento, lo vuelve a padecer cada vez que recuerda el hecho, mantiene la herida abierta. Sigue sufriendo.
Mantenerse en el rencor es perjudicial para el estado anímico y emocional de la persona.
Perdonar, de corazón, nos libera de una sufrida carga.
Permite que nuestro corazón se sienta feliz y nuestra mente descansada.
Ponte en el lugar del otro… y tal vez te cueste menos perdonarle.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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En mi opinión, todavía quedan muchas personas que no tienen claro qué es eso de perdonar.
Se conforman con decir “te perdono”, y con eso creen que ya está resuelto el asunto. Lo único que consiguen con eso es distraer a su conciencia, que les está incordiando exigiendo una revisión y reparación de los hechos que han sucedido. Se auto-engañan.
Perdonar, en demasiadas ocasiones no es más que un acto de soberbia (Soberbia: Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás), un acto de orgullo (Orgullo: Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele conllevar sentimiento de superioridad), por el que uno mira al perdonado por encima del hombro, con altanería, haciéndole ver que “yo soy perfecto, admirable, y tú eres reprochable, indigno, y eres menos que yo”.
Es recomendable revisar cómo ha actuado cada uno cuando ha “perdonado”, para saber si es que ha perdonado realmente o si se ha quedado en un paseo triunfal de su ego acompañado del brazo de esa caridad cristiana que hay que mostrar de vez en cuando.
O si, apropiadamente, se ha dado cuenta de que las otras personas no siempre aciertan con sus actos –como nos pasa a nosotros también-, y a veces –aunque nos desagrade lo que ha sucedido- no había intención por la otra parte de hacer daño, y hasta hay argumentos razonables que podían explicar por qué el otro hizo lo que hizo… pero… un ego muy susceptible lo ha sentido como un ataque directo e intencionado por lo cual se le hace difícil perdonar.
El perdón se basa en la comprensión del hecho. Si se llega a comprender viéndolo sin implicación personal, objetivamente, puede resultar más sencillo hacerlo. Y si se mira desde el punto de vista de la otra persona, desde sus circunstancias y condicionamientos, es posible descubrir algo que desde nuestros ojos no se ve.
Los casos en que el otro ha hecho un daño intencionadamente, siendo consciente de lo que estaba provocando con su acción, no siempre son merecedores de un perdón. A mí eso de perdonar “setenta veces siete”, en algunos casos me parece que es difícil/imposible realizar.
Porque el perdón no es una palabra: es un sentimiento.
Y si no lo sientes de verdad, no sirve. No es perdón: es hipocresía.
“Yo perdono pero no olvido” es de lo más absurdo.
Si se mantiene el hecho en el recuerdo, es muy posible que se recuerde junto con los sentimientos que produjo, y aunque uno diga de boquilla que perdona, lo cierto es que mantiene el hecho vivo por si algún momento aparece la ocasión de ¿vengarse?
Sólo tiene sentido la frase si uno añade una coletilla, o un paréntesis, donde diga: “No olvido que en una ocasión, intencionadamente, actuaste contra mí para perjudicarme”. En este caso está bien tener prevención, por si acaso se repite, pero también –y aún pecando de inocentes o bien pensados- hay que dar una oportunidad –con cuidado- de que demuestre que en otra ocasión será distinto.
Perdonar es el acto de relacionarse desde el Ser Humano que uno es hacia el Ser Humano que el otro es. La vida de ambos es un camino de aprendizaje en el que empezamos con las alforjas vacías, y cada uno va metiendo en ellas lo que la vida le ofrece y él es capaz de coger, o sus propias creaciones hechas a partir de la reflexión y la experiencia, y no siempre nuestra escala de valores o nuestros principios coinciden con los del otro, por lo que el hecho de que el otro actúe de un modo distinto al modo que uno mismo hubiese utilizado es algo común.
Es conveniente aceptar las acciones del otro que nos llevaron a sentirnos enojados o heridos. El que odia sufre más que el odiado. El odiado puede olvidar sus hechos y quedarse desalterado, pero el que odia mantiene vivo el resentimiento, lo vuelve a padecer cada vez que recuerda el hecho, mantiene la herida abierta. Sigue sufriendo.
Mantenerse en el rencor es perjudicial para el estado anímico y emocional de la persona.
Perdonar, de corazón, nos libera de una sufrida carga.
Permite que nuestro corazón se sienta feliz y nuestra mente descansada.
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Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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Francisco de Sales- Cantidad de envíos : 1696
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