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PLENITUD, VIDA Y YO.
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PLENITUD, VIDA Y YO.
PLENITUD, VIDA Y YO.
En mi opinión, aunque uno no le ponga nombre y no siempre esté consciente de que lo está buscando, sobre cada persona sobrevuela el deseo de llegar a alcanzar el bienestar –en el caso de los más prudentes y sensatos-, el mejorestar -en el caso de los que son un poco sanamente ambiciosos-, y la plenitud –en el caso de los menos conformistas y de los que están convencidos de tener derecho a ella y de tener la capacidad de estar preparado para vivirla-.
La plenitud conlleva esa completitud en que uno siente que cada una de sus partes armoniza y se funde con el resto y que cada una de las partes que le componen se haya más o menos en paz con sus circunstancias, más o menos en una concordancia total, y con un buen equilibrio entre lo que hace y lo que desea hacer.
La vida plena no es la vida en la que uno lo tiene todo, sino la vida en la que uno está satisfecho con todo. Y cuando no está plenamente satisfecho –porque parece que eso de que TODO vaya bien y TODO sea perfecto es algo imposible- lo que sí tiene es una aceptación amable, sin conflictos ni contradicciones, porque uno asume que la perfección es solo para los dioses y que TODO solo está al alcance de Dios.
Así que… reflexiono... un Camino que puedo emprender es el de la aceptación de lo que hay, lo que tengo y lo que soy, con una sonrisa y sin ningún autoreproche; el mismo Camino lo puedo alargar después para seguir trabajando por acercarme al ideal pero sin que la no consecución de lo absoluto se convierta en un drama.
Otro Camino es llenar mi vida de cosas interesantes: pequeñas grandes cosas que me aporten satisfacción. Solo aquellas que pueda alcanzar y que encajen bien con mis deseos y proyectos. O lleno mi vida de cosas interesantes o me convierto yo en alguien interesante para mí mismo.
Puedo aspirar a la completitud, a la plenitud, y a una tranquilidad que me haga sentir que el tiempo que paso conmigo –que es TODO el tiempo- es de satisfactoria compañía, es humano, es de calidad.
La plenitud en la vida requiere de la presencia constante y consciente. Solo cuando uno se da cuenta de sí mismo es cuando se puede sentir pleno; en otros casos uno se siente feliz o contento o se siente ocupado o distraído, pero en ninguno de esos casos se alcanza la sensación de integridad, de reconocerse como un ente cuerpo-alma-persona-yo, como un conjunto donde conviven la conformidad con uno mismo y un agradable orgullo por el modo de ser, de comportarse honestamente en la vida y con el resto del mundo, de estar en la imperfección provisional pero caminando a diario en dirección hacia la integración de la propia personalidad dispersa.
La plenitud vive en cada uno de los momentos y en cada momento está a nuestro alcance, sin imponernos unas condiciones materialmente inaccesibles, porque es una aspiración del Ser y no del ego. El ego entorpece, con sus erradas ambiciones, el acceso a la plenitud del silencio, del vacío, de la nada tranquila y enriquecedora, del estar uno satisfecho con quien es sin importar lo que tiene.
La plenitud es un éxito en el que confluyen lo espiritual, lo material y lo personal al mismo tiempo; “personal” como cuerpo-alma, no como ego que compite contra todo el mundo y no se conforma con menos que superar a todos los demás. La plenitud en la vida está abierta y accesible para todos.
Y ahora, si no sientes todo lo que la plenitud es, ya tienes una hermosa y satisfactoria tarea: saberte y sentirte pleno.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
En mi opinión, aunque uno no le ponga nombre y no siempre esté consciente de que lo está buscando, sobre cada persona sobrevuela el deseo de llegar a alcanzar el bienestar –en el caso de los más prudentes y sensatos-, el mejorestar -en el caso de los que son un poco sanamente ambiciosos-, y la plenitud –en el caso de los menos conformistas y de los que están convencidos de tener derecho a ella y de tener la capacidad de estar preparado para vivirla-.
La plenitud conlleva esa completitud en que uno siente que cada una de sus partes armoniza y se funde con el resto y que cada una de las partes que le componen se haya más o menos en paz con sus circunstancias, más o menos en una concordancia total, y con un buen equilibrio entre lo que hace y lo que desea hacer.
La vida plena no es la vida en la que uno lo tiene todo, sino la vida en la que uno está satisfecho con todo. Y cuando no está plenamente satisfecho –porque parece que eso de que TODO vaya bien y TODO sea perfecto es algo imposible- lo que sí tiene es una aceptación amable, sin conflictos ni contradicciones, porque uno asume que la perfección es solo para los dioses y que TODO solo está al alcance de Dios.
Así que… reflexiono... un Camino que puedo emprender es el de la aceptación de lo que hay, lo que tengo y lo que soy, con una sonrisa y sin ningún autoreproche; el mismo Camino lo puedo alargar después para seguir trabajando por acercarme al ideal pero sin que la no consecución de lo absoluto se convierta en un drama.
Otro Camino es llenar mi vida de cosas interesantes: pequeñas grandes cosas que me aporten satisfacción. Solo aquellas que pueda alcanzar y que encajen bien con mis deseos y proyectos. O lleno mi vida de cosas interesantes o me convierto yo en alguien interesante para mí mismo.
Puedo aspirar a la completitud, a la plenitud, y a una tranquilidad que me haga sentir que el tiempo que paso conmigo –que es TODO el tiempo- es de satisfactoria compañía, es humano, es de calidad.
La plenitud en la vida requiere de la presencia constante y consciente. Solo cuando uno se da cuenta de sí mismo es cuando se puede sentir pleno; en otros casos uno se siente feliz o contento o se siente ocupado o distraído, pero en ninguno de esos casos se alcanza la sensación de integridad, de reconocerse como un ente cuerpo-alma-persona-yo, como un conjunto donde conviven la conformidad con uno mismo y un agradable orgullo por el modo de ser, de comportarse honestamente en la vida y con el resto del mundo, de estar en la imperfección provisional pero caminando a diario en dirección hacia la integración de la propia personalidad dispersa.
La plenitud vive en cada uno de los momentos y en cada momento está a nuestro alcance, sin imponernos unas condiciones materialmente inaccesibles, porque es una aspiración del Ser y no del ego. El ego entorpece, con sus erradas ambiciones, el acceso a la plenitud del silencio, del vacío, de la nada tranquila y enriquecedora, del estar uno satisfecho con quien es sin importar lo que tiene.
La plenitud es un éxito en el que confluyen lo espiritual, lo material y lo personal al mismo tiempo; “personal” como cuerpo-alma, no como ego que compite contra todo el mundo y no se conforma con menos que superar a todos los demás. La plenitud en la vida está abierta y accesible para todos.
Y ahora, si no sientes todo lo que la plenitud es, ya tienes una hermosa y satisfactoria tarea: saberte y sentirte pleno.
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Francisco de Sales
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Francisco de Sales- Cantidad de envíos : 1618
Fecha de inscripción : 15/12/2012

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